Se habían
comido muchas lenguas de faisán con pétalos de azucena y manzanas confitadas,
comieron huevos de codorniz caramelizados y regados con sopa púrpura de remolacha.
Fueron banquetes fastuosos.
Las
mesas de la Europa aristocrática se adornaban con vajillas de Delft y de Beziers, con guirnaldas de flores y abalorios de coral; mientras, las mesas de las posadas
y las fondas y las mesas pobres de la plebe continuaban con la cebolla medieval
y con las patatas cocidas, algún trozo de tocino y alguna sardina.
La
Revolución Francesa no socializó las mesas, hubo que esperar a la nouvelle cuisine.
Los
nuevos cocineros acabaron con las salsas pesadas de la cocina clásica. Con los
cucharones y con la crema de leche acortaron las diferencias.
Añadieron crema de leche a todos los platos. Segregaron algunos ingredientes de la cocina cristiana de occidente y los bañaron con crema de leche, tomaron recetas de la abuela y les pusieron crema de leche, contornearon los contorni italianos con crema de leche,
empaparon la cocina tradicional mediterránea con crema de leche.
La omnipresente crema de leche rebosaba por todos los platos.
Añadieron crema de leche a todos los platos. Segregaron algunos ingredientes de la cocina cristiana de occidente y los bañaron con crema de leche, tomaron recetas de la abuela y les pusieron crema de leche, contornearon los contorni italianos con crema de leche,
empaparon la cocina tradicional mediterránea con crema de leche.
La omnipresente crema de leche rebosaba por todos los platos.
La crema
de leche se convirtió en el ingrediente unificador y socializador.
Mala
solución socializadora para quienes aborrecen la leche y sus derivados. Hay que
tener cuidado con los elementos socializadores que son a su vez unificadores,
hay que tener cuidado con no empaparlo todo con la misma salsa.
La crema de leche suele acabar por comerse los sabores del plato, y hay quien dice, no lo se, que incluso los alimentos caducados pueden disimularse cubriéndolos con crema de leche. Eso si, después hay que darles una buena hornada.
ResponderEliminarsalut
Vaya Miquel, así que la crema de leche, además de socializar y de unificar, resulta que también trastoca los sabores y disimula la podredumbre. ¿No sé a que me suena?
EliminarSalud
La crema de leche es un ingrediente que usado con mala fe y sin criterio en la cocina sirve para ocultar la mala calidad de los alimentos; en el discurso político hay varios sucedáneos que se echan con mucha alegría, por ejemplo, las palabras pueblo y democracia, así parece que invocándolas nadie se atreverá a señalar que en el plato solo hay mendrugos.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Amaltea, mala fe en la cocina y mala fe en la política. Habrá que recuperar los ingredientes sencillos, claros, veraces, legítimos, sanos, verosímiles... y dar autenticidad e "ilustración" en la mesa y en la administración de la democracia.
EliminarUn abrazo
Al parecer sobra tanta leche que "el mercado" derrama obscenamente la buena, y el gobierno violentamente la mala.
ResponderEliminarSalud!
Amigo Loam coincido contigo. La comparación que dices me parece muy lúcida.
EliminarSalud
La crema de leche se empleaba para aligerar los platos, las salsas clásicas eran demasiado espesas y consistentes éstas solían espesarse con harina, por tanto, la crema de leche en realidad no es una bechamel sino lo que conocemos por nata líquida, la base de la salsa carbonara, y lo que enriquecía las cremas de hortalizas dotándolas de una textura más cremosa y fina, no se debía agregar más de la cuenta, si la crema de leche dominara en la crema de calabacín o de puerros posiblemente la nouvelle cuisine no hubiese triunfado ni sería inspiradora de la cocina molecular que todavía sostiene la presentación y la ligereza como elementos revolucionarios. Esta ligereza moral de servir lo consistente como algo efímero, gasificado, buscando un juego emocional, ya no es la gamba con gabardina ahora es una pequeña muestra de la tejido de la gabardina, más aéreo, más molecular, la gamba ya no es gamba es al aire de gamba, la gamba invisible solo se percibe por el aroma, por el recuerdo gustativo, es una realidad moral más, servida eso sí para devorarla. Es una segura revolución anunciada.
ResponderEliminarBon profit! :D
Querida Gemma, todo ha sido un afán de levedad. De la cocina clásica compleja sobrecargada de adorno y con salsas espesadas con harina se pasó a la crema de leche más liviana, pero con resultados demasiado integradores. El afán de levedad condujo a la cocina molecular, en ésta todo ingrediente es un hálito y los alimentos son recuerdos. Como concepto estético no me parece mal, otra cosa es el estómago y el bolsillo.
EliminarSalud
Estic d'acord, a mí també em sembla estèticament relevant.
ResponderEliminarPetons.
de la vulgaridad culinaria al imperio lechoso blanquecino, todo un despliegue de imaginación restauradora.
ResponderEliminarabrazo, Fancesc
Amiga PMPilar , cada vez me gusta menos los blanquecino y voy apreciando los sabores negros como el caviar o las aceitunas muertas y arrugaditas.
EliminarSalud