martes, 6 de febrero de 2018

Aceites y jabones



De niño, siempre me llamó la atención que, en los comercios de venta de aceite a granel, se vendiera también jabón. Bajo el rótulo de “Aceites y jabones” se ofrecía toda clase de detergentes, jabones en polvo, en pastilla o en escamas y, además, aceite comestible.

Sí, lo supe más tarde, el jabón no es otra cosa que el resultado de la saponificación de algunos aceites. En clase de química ya me lo explicaron:
grasa + sosa cáustica → jabón + glicerina.

A pesar de las explicaciones del profesor, siempre sospeché que en las trastiendas de aquellos comercios se escondían unos aceites secretos, a saber:

Aceite de demencia. - Se ha encontrado en frascos de boticario en el asilo de Charenton, donde fue internado el Marqués de Sade.

Aceite del juicio invertido. - Se conserva una jícara de este aceite en la farmacia imperial de Rabat. Fue utilizado como bálsamo en las casas de salud donde se internaba a los beréberes locos.

Aceite del pecado. - La Sagrada Congregación de Ritos del Vaticano proporcionó unos centilitros de este aceite a la Commissione Torinese, sagrada institución que analizaba los procesos canónicos que se sobreseyeron en la región de Turín durante el periodo comprendido entre 1790 y 1832. Este aceite se utilizó para ungir a los miembros de la Commissione, para apartarlos de los deseos humanos y para penetrarlos con la fuerza divina. Cabe considerar que el efecto de este aceite es parecido al de la vacuna, contiene sustancia de pecado en pequeñas dosis y preserva a las almas de máculas eternas. Por miedo a que la pequeña dosis maligna no les contaminara de pecado, la Commissione se dispuso a recibir el aceite después de celebrar una ceremonia de preservación de la fe delante de la Sábana Santa.

Aceite de razones y monsergas. -  En los archivos de los juzgados de Estambul y de Nápoles se conservan frascos de este aceite sumario. El doctor Saray de Esmirna asegura que el aceite de alguno de los frascos conservados en Estambul es de finales del Imperio Romano de Oriente, de la época de disputas entre azules y rojos del Imperio Bizantino.  

Aceite de las lechuzas perdidas. - Se trata del aceite que los franciscanitos de Fiésole colocaban en cráteras de cerámica para alimentar a las lechuzas florentinas que volaban desde el río Arno hasta el convento. Conocido es el cuidado y el amor que los franciscanos dispensan a todas las criaturas de la naturaleza. Aún se conservan siete ánforas de este aceite.  

Aceite del circunloquio. - En Israel lo usaban para testimoniar una alianza secreta. Alguien lo ha relacionado con algún pacto divino o con la alianza entre Dios y un determinado pueblo que, por el hecho de ser elegido, lo faculta para estar por encima de los demás. 

Aceite de la vileza numeraria. - Es un aceite que fue usado en transacciones comerciales de esclavos. Se transportaba desde las costas del golfo de León hasta Guinea en barcas de mesana.

Aceite de la cobada. - En el bajo Aragón lo usaban para untar al marido de las parteras. Después de que la madre pariera, el padre de la criatura se ponía en manos de las vecinas suplicando ungüentos y friegas en el miembro viril y en las sienes. Este uso del aceite fue prohibido por la Iglesia.  

Aceite de la carne descuartizada. - Es el aceite que algunas parroquias de Levante exigían como tributo que debía pagarse por cada animal sacrificado en domingo o en fiestas de guardar.
        
Aceite del azufre meloso. - Nadie ha podido precisar su color: amarillo verdoso, oro quemado o ámbar gualda, es como paja líquida o como champán viscoso, parece néctar leonado. Tiene una viscosidad indeterminada y cambiante según la estación del año. Se consumía el día del Sábat de Vallgorguina, cuando las brujas se preparaban para la danza macabra del plenilunio. 

Ninguno de estos aceites se vende en los supermercados actuales, aceites y jabones están separados. Creo que es mejor desde el punto de vista higiénico, pero echo en falta aquellos artefactos-émbolos con que nos servían el aceite a granel en botellas de vidrio que llevábamos desde casa. Todo era más ecológico entonces, ya no hay tiendas de “aceites y jabones” pero los secretos continúan.

8 comentarios:

  1. Qué recuerdos. El aceite a granel de esas tiendas de ultramarinos donde te envolvían el bacalao en papel de estraza y el dependiente o el dueño con el lápiz en la oreja.
    Saludos, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, aquellos recuerdos son muy gratos para mí. Mi infancia estuvo beneficiosamente marcada por aquello.
      Un abrazo

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  2. Muy bueno todo el diccionario que nos brindas. Capítulo aparte el aceite de hígado de bacalao con que nos amenazaban de niños si no comíamos y el aceite de ricino que no amenazaban sino que aplicaban las malas hierbas franquistas a sus víctimas.

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    1. Amigo Fackel, a pesar del mal sabor, el aceite de hígado de bacalao fue muy baneficioso para aquella generación.
      Abrazos

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  3. Me encantan estos nombres tan barrocos.
    El de la vileza numeraria es sublime.

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    1. Amic Miquel, sospecho que hay aceites secretos, muy secretos cuya existencia y uso nos podrían horrorizar. No me hagas demasiado caso, pues de ellos tampoco sé nada pues son secretos. Ja, ja, ja.
      Abrazos

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  4. A ver si encuentras por ahí aceite salvífico neuronal, el apropiado para templar los nervios y aclarar el juicio.

    Abrazos

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    1. Ay, no sé, querida Amaltea, no sé si existe un aceite de estas características. Si existiera alguna sustancia con estas propiedades seguro que se trataría de un algoritmo no aceitoso.
      Abrazos

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