viernes, 15 de diciembre de 2017

Miguel Ángel y sus vecinos


Miguel Ángel, ya viejo, después de despotricar contra sus conciudadanos, a quienes calificaba de ‘cagones’, maleducados y sucios, decía:

“Mi alegría es la Melancolía, mi descanso los tormentos. El amor, las musas, las florecientes grutas, todo se ha ahogado en inmundicias. ¡De qué sirve el haber construido tantos muñecos, para acabar como quien, queriendo atravesar el Océano, se hunde en el pantano!"

Después de una vida consagrada al trabajo, después de su prodigiosa creatividad, este gran artista tuvo que soportar la estulticia de sus vecinos. Con Miguel Ángel el arte llegó a su culmen mientras la sandez y la necedad humana no cesaban.

Su obra es un juego enigmático de comunicación entre la subjetividad del artista y la del espectador, el primero libera la expresión y el segundo contempla la belleza que emerge del mármol, todo con una transcendencia inducida. Lo que más adelante los semióticos llamarían la obra abierta y que los neoplatónicos llamaron non finito.

También la sandez y la necedad humana son non finito.

8 comentarios:

  1. Me asombro de que un artista tan pleno, cargado de expresión vital según reflejan sus obras, pueda hablar en su etapa final de melancolía. ¿Se vería ya incapacitado? ¿Lo que había hecho quedaba ahí como recuerdo en su mente? ¿Es la visión del artista algo a lo que nunca llega el espectador? ¿Es otra cosa la que el espectador se apropia para su mentalidad e interés? O la obra es algo abierto o no es obra válida. Todo es una cadena en esta vida, ningún artífice es puro creador ni por el forro, como el más humilde no es mero merecedor de reconocimiento. Todos se deben unos a otros. Soy cada vez más escéptico de la actitud contemplativa que tenemos ante la obra de un artista. Y no te cuento de las críticas que así se pretenden en ensayos, prensa, etc. tanto de una obra plástica como de un film.

    La necedad es non finita, pero creo que muere a cada instante también. Y con frecuencia mata al necio, aunque los propios le coreen.

    Salud y luz.

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    1. Amigo Fackel, el artista lo calificaba de melancolía, yo lo denominaría “riguroso reposo”, en este ‘locus’ intelectual, todo tormento es descanso. Este lugar íntimo del artista está poblado de imágenes y los recuerdos del esfuerzo de creación, sólo el artista sabe cuál es la magnitud de este esfuerzo, y esto nunca llega al espectador. También la incapacidad física forma parte del tormento sosegado que invade la vida del gran artista.
      El concepto de ‘obra abierta’ es algo relativamente moderno que entusiasmó a los semióticos y a partir de ahí, parece que nos hayan obligado a todos a mantener una actitud activa ante la obra de arte. Comparto esta actitud y rechazo tal como tú haces, una contemplación pasiva de la obra de arte. Aceptado esto, me pregunto cuál debe ser la actitud activa del espectador, ¿tiene que ponerse a bailar?, ¿tiene que abrir los brazos y proferir aleluyas o tiene que manifestar con críticas y sermones la bondad de una obra de arte? Aspavientos de cara a la galería. Sin duda, creo que se trata de algo más íntimo ¿Será simplemente el goce estético íntimo?, ¿el goce estético y lo que se deriva del mismo?, siendo así, confirmo aquella afirmación de que resulta mucho más revolucionaria la contemplación del arte que cualquier militancia ideológica.
      Es un placer individual, ¿sí?, pero sus efectos tienen una dimensión universal. Es, en efecto, un placer “non finito”, tanto en el tiempo como en el espacio.
      Salud

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    2. Evidentemente, concibo la visión espectadora como algo íntimo y que queda dentro de uno sin límite ni fecha de caducidad, no una mirada exhibicionista ni de paso. Además, es difícil ver una obra de arte en directo, al menos las famosas de los museos. No te dejan verla. Una obra hay que verla en soledad, la tuya y la del entorno. Por eso me dicen tanto las ruinas de ciudades celtas, íberas o romanas de España, no suelen recibir apenas visitas y el viajero se interroga con mayor libertad, recreación y movimiento para simular el espacio. El placer individual ante una obra no choca con su dimensión global. Es precioso ver y saber que humanos de cualquier parte del planeta pueden situarse ante obras de culturas antiguas y sentir en ellas identificaciones. A eso llamo yo obra abierta y capacidad de mirada abierta. Porque todas las culturas tratan análogos temas, que son universales aunque se expresen en el lenguaje de cada cultura, tiempo y lugar. Creo que los humanos no estamos tan alejados, y si evitamos las fronteras que aún quieren algunos levantar la comprensión de nuestra propia naturaleza y desarrollo la tendremos más cerca. La expresión artística siempre acerca y en la del pasado siempre nos vemos reflejados, independientemente de su lenguaje estético. Sobre el arte hoy y sus límites...es otro tema.

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    3. La contemplación y disfrute del arte requiere reflexión y una cierta tranquilidad ambiental, el ruido y la presencia de algunos espectadores maleducados molestan. Sin embargo, la capacidad de abstracción que tienen algunas personas les permiten concentrarse en el mensaje artístico con bastante facilidad, digo esto porque yo mismo me concentro con fácilmente y he conocido el caso de Frederic Mompou cuya capacidad de abstracción era extraordinaria. En este blog he puesto un escrito sobre su música.
      http://francesccornado.blogspot.com.es/2017/12/frederic-mompou-y-el-bullicio.html
      En cuanto a las ruinas creo que debemos considerar dos tipos de mensajes: el histórico y el artístico. Si bien el uno y el otro pueden producir sensaciones distintas, en ambos casos también requerimos una cierta tranquilidad para su contemplación.
      El arte y los restos arqueológicos no entienden de fronteras. Cualquier intención de establecer fronteras choca contra el arte y la cultura. Si el arte es comunicación, las fronteras la evitan.
      Salud

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  2. Un adelantado para su tiempo, sobre todo para la media de sabiduría de sus conciudadanos. A lo largo de los tiempos, suele darse este encontronazo con demasiada frecuencia, por desgracia.
    Saludos, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, en efecto, fue un adelantado para su tiempo. Tal como tu dices, el distanciamiento entre el gran artista y el ciudadano corriente es muy grande. En la mente creativa del artista se desarrolla un tipo de reflexión que se escapa de la lógica común.
      En el caso de Miguel Ángel debemos considerar el ambiente propicio del neoplatonismo florentino, donde él fue un elemento fundamental. Ya sabemos que aquel ambiente se circunscribía solo en unos pequeños cenáculos de artistas e intelectuales y que el pueblo llano desconocía todas aquellas lindezas que se cocían en los jardines cerrados de los Medici y nada sabían de Ficino, pero ya me gustaría a mí que en los "cenáculos" de los que hoy se autodenominan 'intelectuales' se desarrollara una reflexión artística mínimamente parecida a la de aquella Florencia florida.
      Salud

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  3. También lo son, que duda cabe.
    Un abrazo

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