Los cinco de Nueva York. The Five Architects
Richard Meier, Peter Eisenmanm, Michael Graves,
Charles Gwathmey y John Hejduk.
Nota: en la foto hay uno escondido detrás del plano de canto.
Después del arte pop y del
entusiasmo post-modern, no les quedó a los arquitectos otro remedio que olvidarse
de lo que se escondía bajo las trazas geométricas de los artistas del hormigón blanco. Quisieran o no, lo suyo no
era complejidad ni contradicción, era repetir con desgana el manierismo puro de los Five Architects.
Si lo que se escondía detrás
de los muros de sus arquitecturas eran unos deseos insatisfechos, más les
hubiese valido proyectar paredes con recovecos donde pudieran esconderse las
cucarachas, o simplemente construir bien y pensar en el bienestar de los usuarios.
¡Ah maldita vanidad! Bien les hubiese servido la
experiencia de los artistas barrocos que quisieron huir a Citerea, pero mejor aún,
saber que en aquella isla mediterránea no hay más que unos rebaños de cabras
macilentas.
La vanidad a lo largo de la Historia siempre se ha cargado el proyecto de dar lo mejor para el pueblo .Y el esplendor a unos pocos manipuladores o vanidosos.
ResponderEliminarLas metrópolis son los focos del dislate y estas cabras urbanas en que nos convertimos los pobladores:cambiamos calidad por vanidad.Porque que sentido tiene tener un apartamento, en la avenida tal, y después no poder habitarlo porque los costes son excesivos .No sería mejor hacer casas o edificios más asequibles y saludables, con menos altura y aprovechando la luz y los beneficios que aportan los paneles solares.
Estas colmenas que le quitan personalidad y despersonalizan también demasiada vulgaridad y poco raciocinio.
Que tal esos ánimos después del domingo?
Un abrazo.
Querida Bertha, ya sabes cuánto detesto la vanidad, ya sea en el arte o en las actitudes personales. La vanidad parece un motor que mueve el proceder de muchos artistas, pero luego resulta que su obra es solamente la expresión de su engreimiento.
EliminarEn cuanto a lo del domingo te diré que me afecta muy poco, mi escepticismo permanece inamovible, siempre he creído que esto no lo arregla nadie, que vamos a peor, que las soluciones no vienen ni de un lado ni de otro. No espero nada, solo una miseria creativa, social, económica y artística larguísima, un periodo de unos setecientos años de pobreza.
Un abrazo
Algunos viven de las rentas de la idiotez general, la que confunden modernidad con repetición de un patrón. Esa pose de amos del Universo les delata como impostores. Seguirán, como decía la otra, en el candelabro, ganándose el aplauso de los papanatas y oportunistas.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Amaltea, la vanidad no cesa, se repiten modelos ahuecados.
EliminarFrivolidad y vanidad parecen haberse apoderado de los puestos de responsabilidad cultural, una caterva de gestores culturales frusleros ñoños quieren sentar cátedra y dirigen las estructuras culturales. Ellos modernos, muy modernos, se creen sabelotodos y planean a un palmo por encima de los demás mortales. ¡Pandilla de engreidos!, y lo sorprendente es que los sobrevolados aplauden y con el vientecillo que provocan sus aplausos, los engreidos de turno menean sus alas con más facilidad.
Un abrazo
Con AMALTEA.
ResponderEliminarMiquel, coincidimos.
EliminarConfundir, como hacen algunos espectadores/ consumidores, la modernidad o lo innovador con el papanatismo, la memez y la majadería es cosa de gabinete psiquiátrico.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, ya ves lo que digo en una nota al margen derecho de este blog: estoy convencido de que la arquitectura debe estar al servicio del hombre.
EliminarEl arquitecto debe proyectar el habitat humano para vivir confortablemente y con dignidad, la arquitectura debe estar bien construida y contrubuir, como una de las bellas artes que es, a la dignificación estética de la sociedad, debe ser su expresión y ser coherente con su tiempo. Nada de esto tiene que ver con el espectáculo mediático que dan estos edificios de campanillas y lucecitas de neón.
Salud
La vanidad se está convirtiendo en el eje central de la mediocridad humana. La única vanidad que tolera poco o nulo remedio.
ResponderEliminarAbrazo
Amiga P MPilaR, por todas partes aparece el personajillo que no hace más que contemplarse el ombligo y que se vanagloria de su mediocridad.
EliminarSalud
Demasiados arquitectos y sus obras han sido ejemplo triste de ese papanatismo que comentáis, aunque no es un mal exclusivo de los tiempos contemporáneos.
ResponderEliminarSalut
Amigo El Peletero, utilizando un vocablo que se ha puesto de moda podemos decir que la vanidad es transversal. Afecta a muchos arquitectos y a quien hace el encargo, a muchos de sus clientes públicos o privados, la vanidad preside la obra de muchos artistas y se hace evidente en los gestores culturales engreídos y modernitos, las instituciones, sobre todo las culturales, son un caldo de cultivo de la vanidad y la frivolidad de sus gestores.
EliminarSaludos
Poses, poses, poses...o = Business, a costa de incautos o de ricachones analfabetos.
ResponderEliminarAmigo Fackel, coincido. Fama y dinero tanto del arquitecto engreido como del promotor que quiere enseñar sus dineros y que quiere iluminar su incultura con las lucecitas de la modernidad.
EliminarSalud