En
medio de un caos urbanístico espantoso, donde encontramos unas vías férreas, un
mercado de objetos viejos, unas barracas, unas obras
interminables, unas vías de tranvía y un desorden total de alineaciones
urbanísticas, ahí, en la plaza de Les Glòries de Barcelona y en sus aledaños,
nos tropezamos con algunos ejemplos muy destacables de arquitectura de autor.
No
son a mi entender los mejores ejemplos de buena arquitectura. Se trata de la
obra de unos muy buenos arquitectos a los que admiro, auténticas autoridades en
el panorama arquitectónico mundial.
Dado que yo no comparto el argumento de autoridad (argumentum ad verecundiam), no voy a decir que la autoridad esté presente en la totalidad de la obra de un autor ni voy a admirar, necesariamente, todas las obras de un autor admirado. Algunas son simples deposiciones de autor.
Dado que yo no comparto el argumento de autoridad (argumentum ad verecundiam), no voy a decir que la autoridad esté presente en la totalidad de la obra de un autor ni voy a admirar, necesariamente, todas las obras de un autor admirado. Algunas son simples deposiciones de autor.
Las
obras de la plaza de Les Glòries parecen interminables, ahora un túnel, antes
un paso elevado, un tendido de vías de tranvía, una modificación de
alineaciones de vial, etc. Recuerdo que cuando era niño jugaba
a futbol en esta plaza y recuerdo haber visto la transformación de la fábrica de la Hispano Olivetti en un gran centro comercial.
El paisaje urbano de la plaza de Les Glòries ha ido cambiando, ha ganado en desorden, parece que sea la expresión del urbanismo de nuestros tiempos líquidos.
El paisaje urbano de la plaza de Les Glòries ha ido cambiando, ha ganado en desorden, parece que sea la expresión del urbanismo de nuestros tiempos líquidos.
En
medio del maremágnum urbanístico de esta plaza, encontramos el Auditorio de
Barcelona (L’Auditori), el Teatro
Nacional de Cataluña (Teatre Nacional
de Catalunya), el Museo del Diseño de Barcelona (Disseny Hub Barcelona) y por allí, entre estos grandes edificios
promovidos por las instituciones públicas, hallamos el conjunto de Els Encants,
que es una especie de mercado de cosas viejas.
L’Auditori
El
edificio del Auditorio de Barcelona se inauguró en 1999 y su autor es Rafael
Moneo, arquitecto que admiro. Recuerdo sus clases en la asignatura de Proyectos
de la Escuela de Arquitectura, donde nos explicaba con gran maestría los criterios para organizar el espacio interior de un edificio.
Moneo
es Premio Pritzker de arquitectura (en 1996). Su prestigio mundial está de
sobra reconocido. Yo comparto este reconocimiento.
Moneo
ha proyectado edificios de viviendas, museos, edificios administrativos,
religiosos, etc. pero no recuerdo que nunca haya proyectado un edificio
industrial y no sé si esta circunstancia le ha
producido alguna desazón, no lo sé, pero al ver el edificio del auditorio de
Barcelona tengo la sensación que el profesor Moneo ha querido resarcirse de
tal eventualidad.
L’Auditori de
Barcelona parece un edificio de un polígono industrial, unas fachadas “poligoneras” que
albergan una sala de conciertos magnífica. Estas fachadas planas, con unas
placas de color marrón desentonan en el entorno urbano de l’Eixample barcelonés, parecen exportadas de cualquier polígono industrial de extrarradio.
Probablemente,
cuando Moneo proyectaba el auditorio de Barcelona, como si de un visionario se
tratara, ya imaginaba el caos arquitectónico de la plaza de Les Glòries y, con
coherencia, trazaba los planos pensando en el barullo de tipologías que años
más tarde habría de ser aquel entorno urbano.
Teatre Nacional de Catalunya
El
Teatre Nacional de Catalunya se inauguró con toda la pompa a finales de los
años 90 del siglo pasado, no en balde se trataba de una “estructura d’estat” y
por este motivo se añadió el calificativo de “Nacional de Cataluña”
El
arquitecto Ricardo Bofill con su Taller de Arquitectura supo expresar la ostentación
y circunstancia del asunto. Proyectó un templo griego espantoso y, para dar suntuosidad a una obra, colocó el edificio
sobre a un estilóbato de 28 escalones, así ganaba todo en boato y desproporción.
Bofill
proyecto una pieza extemporánea, un edificio con una doble fachada compuesta
por un muro-cortina en el exterior y otra, en el interior, de piedra artificial.
Como todo templo griego, el edificio se cubre a dos aguas que, en este
caso, es una cubierta metálica apoyada en una columnata exterior
formada por columnas desproporcionadas de orden dórico romano, son columnas
chaparritas construidas de hormigón que contribuyen a dar fastuosidad
al conjunto.
Ricardo
Bofill es un buen arquitecto, admiro su compromiso y su trayectoria
profesional. Sus obras como el Walden 7 y el Barri Gaudí de Reus me parecen
sensacionales. También el edificio de la terminal del aeropuerto de Barcelona,
el Sunshine Upper East de Pekín, la United Airlines Tower de
Chicago, el Edificio Shiseido (Ginza, Tokio), la Paix Residentiel de Dakar,
Senegal, etc. puedo incluso llegar a admirar su
especulación formal a partir de los modelos clásicos, pero no así este Teatre
Nacional de Catalunya que me parece espantoso, un alarde de ostentación y
vanidad de aquel que hizo el encargo.
Museu del Disseny
foto de Íñigo Bujedo
Foto de Lourdes Jansana
El
edificio del Museo del Diseño de Barcelona (Disseny Hub Barcelona) se inauguró
en 2013, en plena época de crisis, cuando sus efectos se hacían evidentes en
las calles de nuestras ciudades, cuando una arquitectura ostentosa hería la
sensibilidad de los que padecían aquella crisis.
El
museo fue proyectado por el equipo MBM
arquitectes con la figura de Oriol Bohigas al frente, arquitecto de
referencia de la modernidad barcelonesa, ellos fueron los autores del plan
urbanístico de la Barcelona Olímpica.
Se
trata de un centro cultural de más de 29.000 m² de estética post-modern. Un
edificio desmesurado, que se construyó con el propósito de albergar muchas cosas
(moda, diseño industrial, diseño digital, artes decorativas, cerámica, arquitectura,
artes gráficas, etc.), y que ahora alberga
muy pocas.
En
su interior todo es vacío, unos grandes vestíbulos que parecen un monumento a
las escaleras mecánicas, unos espacios dobles que no contienen más que aire y ostentación
espacial, una desorganización de recorridos nefasta, tal que para ir al museo, que
está en la planta baja, te obligan a bajar al primer sótano a comprar las entradas
y, luego volver a subir. En el recorrido encontramos una biblioteca pública, un
centro de documentación, mucho espacio libre, unas salas desperdigadas, un bar con gente que toma un café y otros allí sentados que hacen
calceta, todo metido en medio
de la suntuosidad del espacio vacío.
Exteriormente,
el museo se caracteriza por su afán de imponerse sobre la vía pública. Un gran
voladizo parece engullir la calle, los tranvías y los peatones. Con un despliegue
de volúmenes superpuestos el edificio contribuye al caos urbanístico de la
plaza de Les Glòries.
Para mí, Bohigas
es un arquitecto de referencia. Siempre he admirado su esfuerzo de
racionalización, del buen uso de los materiales, su apuesta por la construcción
como factor generador de una buena arquitectura y por su buen urbanismo.
Sin embargo, visto
el edificio del Disseny Hub Barcelona, se diría que a Bohigas le sienta mal el
post-modern. Él, mi admirado profesor, se maneja mucho mejor proyectando una
buena arquitectura moderna, que una post-moderna.
Els Encants
El
caos urbanístico de la plaza de Les Glòries se completa con un gran mercadillo donde
venden cosas viejas.
Este mercado existía desde hacía muchos años, donde los productos y cachivaches se
tendían en el suelo o sobre tableros o mesas al aire libre, sin cubiertas ni
protección contra la intemperie y el Ayuntamiento decidió mejorar las
condiciones de compradores y vendedores y para ello, en 2008, convocó un
concurso de proyectos que fue ganado por el equipo B720 del arquitecto Fermín
Vázquez.
Proyectaron
una cubierta a casi 25 metros de altura, aquello era un elemento de formas modernísimas
que había de proteger a los usuarios de la lluvia, pero una vez inaugurado,
cuando vino el primer chaparrón, aquella cubierta de planos quebrados, no sirvió
de nada, todo se mojó y aquella pieza arquitectónica demostró que solo era un
juego para ociosos.
La
cubierta post-modern sirvió para aumentar el caos arquitectónico y urbanístico
de la plaza y para satisfacer la vanidad de diseñadores y promotores.
Las barracas
Aquí no hay vanidad de diseñadores, aquí hay una vergüenza.
Autoconstrucción, miseria, exclusión social, dejadez institucional, estos son los elementos de diseño que han determinado esta desgracia.
Las barracas
Foto cedida por Miquel Cartisano
Aquí no hay vanidad de diseñadores, aquí hay una vergüenza.
Autoconstrucción, miseria, exclusión social, dejadez institucional, estos son los elementos de diseño que han determinado esta desgracia.
¿Para cuándo un homenaje a la bola de demolición? Visto lo visto, es la herramienta más admirable del urbanismo.
ResponderEliminarSalud.
Amigo Loam, ¡cuánto trabajo tienen pendiente la bola de demolición y la piqueta! Sería un no parar.
EliminarSalud
No puedo añadir nada más. Está todo dicho y bien representado. Sólo me entristece que el paso del tiempo sea directamente proporcional a el gasto de dinero del erario público, ni lo uno ni lo otro parecen importar a nuestros ediles, y así, la obra se hace interminable, quizá porque no sepan como acabarla.
ResponderEliminarSalut
Amic Miquel, en la plaza de las Glòries se han ensayado distintos proyectos, se han construido y uno tras otro han demostrado que no han servido para nada, solo han sido ejemplos de ineficacia y despilfarro.
EliminarLas indeterminaciones y falta de inteligencia de los responsables técnicos y políticos nos ha costado mucho dinero.
Creo que ha habido algunos proyectos sensatos que han quedado guardados en el cajón y creo que ahora se han perdido hasta los cajones.
Salud
Me has dejado patidifusa con tu sapiencia y, sobre todo con tus reflexiones. Claro, la plaza de las Glorias es un ejemplo del desorden al que estamos condenados, la entropía de la que habla la física, de la que no nos salvamos ni nosotros mismos, la muerte es el máximo desorden de un cuerpo.
ResponderEliminarTodas las construcciones que citas e ilustras, son el fiel reflejo de los tiempos en los que vivimos, si alguna se salvara de la destrucción futura, dará cuenta de una época social inane, estúpida que ha conseguido encumbrar a los más incapaces gestores políticos.
Abrazos
Por cierto, Francesc, ¿qué te parece esta obra "Museo Internacional del Barroco"?
ResponderEliminarhttps://elhurgador.blogspot.com/2020/01/casas-del-arte-arquitectura-houses-of.html
Marga, aquella plaza donde tanto había jugado de pequeño se ha convertido en un desaguisado urbanístico. Allí está la obra de algunos de los arquitectos que tanto admiro y que parece que se hayan puesto de acuerdo para levantar unos ejemplos de arquitectura grandilocuente.
ResponderEliminarAbrazos
Amigo Loam, solo conozco el Museo Internacional del Barroco por fotos, había visto también algunos planos. En esencia me parece ver una organización del espacio como las que proponía Louis Kant, la utilización de módulos es parecida a algunas obras de J.M. Coderch. Creo que es una buena arquitectura apropiada para la función que soporta. Este tipo de obras, sin embargo, deben conocerse paseando entre sus salas, viendo los recorridos. Viendo las fotos me parece interesante y me gustaría subir por esas escaleras y contemplar el espacio interior.
ResponderEliminarAmigo Loam, te digo que en Barcelona tenemos dos obras de Toyo Ito, el arquitecto del Museo Internacional del Barroco, una de estas obras es un edificio de oficinas que me gusta mucho. La otra es una intervención sobre una fachada del paseo de Gracia que me parece algo frívolo y sin sentido.
ResponderEliminarSaludos
Pues muchas gracias por la información, amigo Francesc.
EliminarInteresante clase de Arquitectura. Gracias, maestro. Hago mías tus opiniones.
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Luis Antonio, la plaza de Les Glòries es un muestrario de arquitectura, allí hay de todo, depositado de la forma más desordenada posible.
EliminarAbrazos
Ser una celebridad en materia arquitectónica no exime de cometer atrocidades. Lo malo no es solo el tema de la estética o de la utilidad, sino el coste tremendo que supone la realización de estas obras, algunas de ellas algo faraónicas. A mí, personalmente, mezclar lo clásico, con sus columnas grecorromanas, con otros materiales modernos como el cristal o el metal no es algo que me provoque admiración. Todo lo contrario.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
En efecto, Cayetano, las celebridades también hacen barbaridades y, en el caso de la arquitectura nos cuestan muchísimo dinero.
EliminarYa ves en la plaza de Les Glòries se ha mezcalado de todo.
Saludos
Enhorabuena, Francesc. La has clavado. Comparto tus comentarios sobre esa plaza maldita (sobre la que tanta gente ha metido sus sucias manos), sobre los edificios de arquitectos-estrella que hay por allí y sobre ellos mismos.
ResponderEliminarAdmiro mucho Moneo, el museo de Mérida sin ir más lejos y tantas obras magistrales, pero no me gustan las ventanas del hotel de l´Illa Diagonal. Recuerdo que en la Escuela de Arquitectura era un verdadero «martillo de herejes», implacable en sus críticas a lo que hacíamos, y tenía toda la razón... pero nos dejaba planchados, pobres. Pero ese exterior del Auditorium es totalmente fallido, a no ser que, copio textualmente, «como si de un visionario se tratara, ya imaginaba el caos arquitectónico de la plaza de Les Glòries y, con coherencia, trazaba los planos pensando en el barullo de tipologías que años más tarde habría de ser aquel entorno urbano». Pero la sala de conciertos me encanta, aunque acudo menos de lo que quisiera.
De Bofill me enamoraba su primera etapa: el edificio «Xanadú», la "Muralla Roja", en Calpe, el "Castilo de Kafka", en Sitges, el "Barrio Gaudí" de Reus o el "Walden2". O, incluso, su bloque de viviendas en la plaza de San Gregorio Taumaturgo, o el de Juan Sebastián Bach o Nicaragua, todas en Barcelona. Éramos jóvenes, estábamos empezando a estudiar arquitectura y nos emocionaba ese rompimiento, que hacía rasgarse las vestiduras a las «vacas sagradas» de entonces. Pero su época «posmodern» la detesto, y esta del Teatro Nacional es para mí su peor obra, ampulosa, grandilocuente y vacía, junto con algunas otras de este registro, como en Montpellier.
En cuanto al Museo del Diseño de Bohigas, un arquitecto muy competente al que admiro mucho (ha hecho tantas obras que me gustan que no cito ninguna), copio literalmente lo que comentaste en una entrada de mi blog https://granuribe50.blogspot.com/2019/02/visita-el-boom-de-la-publicidad.html
«Este edificio padece una desproporción de espacios interiores, los hay sobredimensionados, grandes superficies al lado de espacios insuficientes. Exteriormente es ostentoso, los volúmenes parecen "comerse" el espacio público, parece que quieran clavar una grapa sobre la calle». Pues eso.
Del edificio de «Los encantes» no haré comentarios, porque todo lo dices en muy pocas palabras. Una lástima y una oportunidad perdida de hacer buena arquitectura, con un programa difícil en un entorno complejo.
Respecto a lo de las barracas, un Tot Barcelona en estado puro, buen colofón a tu entrada. Enhorabuena de nuevo, Francesc.
Amigo GranUribe, en la plaza de Les Glòries parece que los arquitectos de "campanillas" se hay soltado, han hecho lo que les pasó por la cabeza sin miramientos.
EliminarMoneo, Bofill, Bohigas... han construido muy buenas obras, admiro su arquitectura pero no dejo de criticar aquello que a mi entender me parece un adefesio.
Casi todos fueron profesores en la Escuela de Arquitectura, eran durísimos, Moneo machacaba y creó una pléyade de machadadores, en todos los cursos de la asignatura de Proyectos arremetían con gran dureza. En las otras asignaturas (Urbanismo, Cálculo de Estructuras, Dibujo, Geometría Descriptiva, Composición, etc) tampoco no pasaban ni una. Había también profesores implacables. Allí sacar de nota un seis (6), era una autencia hazaña. Un profesor de proyectos decía: el 10 es para Dios, el 9 para el Diablo, el 8 para los Ángeles, el 7 para el profesor y si vosotros lo hacéis muy bien, extraordinariamente bien, tendréis un 6.
Nada que ver con la escuela de ahora.
Abrazos