Como todas las demás
formas del arte y del conocimiento, la Ilustración también cuestionó la
arquitectura. Objetó el exceso formal de las fachadas y los interiores barrocos
y planteó una depuración de la arquitectura.
Carlo Ladoli (por Alessandro Longhi)
Entre los más críticos
encontramos al clérigo Carlo Ladoli (1690-1761), un matemático veneciano. Era
un espíritu vehemente que no escribió nada, pero que tuvo una gran importancia
en el desarrollo de la arquitectura, desde el neoclasicismo hasta la
arquitectura moderna.
Ladoli, como Sócrates, no
escribió nada, y como Sócrates también tuvo unos discípulos aventajados. Cabe
destacar Andrea Memmo y Francesco Algarotti, quizás no tan radicales como su
maestro. Ellos fueron unos verdaderos precursores del racionalismo que pusieron
al barroco patas arriba.
Lodoli se opuso
radicalmente al ornamento y defendía que la función es lo único que hay que
representar. Decía que toda arquitectura debe ser funcional y que los
materiales de construcción deben ser verdaderos, sentenció que cualquier
imitación de un material es un puro sacrilegio. Dice que la piedra debe ser
piedra y jamás debe imitar a la madera como se hacía en los templos griegos.
Francesco Algarotti (1712-1764)
Por el contrario,
Algarotti, también veneciano, aseguraba que el ornamento proporciona belleza a la estructura.
Tampoco negaba la autoridad de Vitrubio como lo hacía su maestro Lodoli. Algarotti
no pretendió la ruptura con el academicismo.
Hay posturas rupturistas
como la del clérigo veneciano y otros que intentan contemporizar. Se puede
sostener una radicalidad, como la de Lodoli, o cualquier otra forma más o menos
rupturista. La radicalidad supone un acicate eficaz para el progreso de las
artes y debe tenerse muy en cuenta si aspiramos a una renovación constante.
Sin embargo, la postura
radical resulta fácil mantener cuando se trata de escribir a gritos o incluso cuando
se adoctrina a unos discípulos. En estos casos nos encontramos en territorio
teórico, pero otra cosa es mantener la radicalidad construyendo. Cuando se
levanta un edificio se trabaja con materia pétrea que gravitára sobre el material humano y con
estas sustancias no se puede hacer otra cosa que guardar el equilibrio.
Unos teóricos y radicales
como Ladoli y otros, como Algarotti, tratando de encontrar una regeneración equilibrada de la
arquitectura, lograron ir sentando las bases de una arquitectura
racional que nacía con la Ilustración.
Me viene bien esta información, porque no había oído jamás hablar de estos personajes. Dices que Ladoli no dejó nada escrito, pero ¿a través de qué medio influyó en otros? ¿Por relación oral, academias, etc.?
ResponderEliminarAmigo Fackel, he mencionado algunos teóricos ilustrados que se ocuparon de la arquitectura.
EliminarLadoli era un matemático cultísimo que influyó mucho a una generación de arquitectos, lo hizo mediante algunas clases de matemáticas y sobre todo en unas tertulias de un grupo de ilustrados venecianos. Parece ser que un joven Giacomo Casanova -que también fue matemático- asistió a alguna de estas tertulias.
Entre clases y tertulias, Ladoli, tuvo un buen número de seguidores "escuchantes".
Salud
Aquí deberemos dejar abiertas las puertas a las palabras de Aristóteles. "Sólo en el término medio encontraremos la verdad".
ResponderEliminarLuego, tal como nos comentas, tendríamos que encontrar el promedio entre las dos maneras que nos presentas.
No ha de ser sencillo, no soy arquitecto, pero si soy usufructuador de la arquitectura, y me gusta lo racional sin llegar a lo esquemático. he aquí un intríngulis que los profesionales del "oficio" han de mirar con sumo cuidado.
Un abrazo
Sí Miquel, lo del término medio es algo que siempre debemos tener en cuenta cuando hablamos de construcción arquitectónica. En el término medio está el equilibrio y esto es indispensable en la arquitectura, es indispensable mantener un equilibrio estático de masas, de inercias y de espacios.
EliminarUn racionalismo extremo puede llevarnos a una arquitectura invivible. Me horroriza la racionalidad extrema del "existenz minimum" que nos planteó el Movimiento Moderno y los dibujos de Ludwig Hilberseimer me aterran.
Salud
Me gustan los adornos; pero en plan comedido. Lo del barroco ya era mareante y vomitivo. Ese exceso, esa propaganda, ese histrionismo sin mesura...
ResponderEliminarAnoche regresé de mi viaje a Canarias.
Vamos intentando ponernos al día con los amigos.
Un abrazo, Francesc.
Amigo Cayetano, los adornos en la arquitectura es también una cuestión de equilibrio, se trata siempre de buscar el punto medio.
EliminarSeguro que en Canarias te lo has pasado muy bien y todo ha sido regresar y ponerte manos a la obra, ciertamente ere un amigo fiel. Un abrazo muy fuerte.