Pierrot
Lunaire (1924) Paul Klee
En el Pierrot lunaire (1912) de Arnold Schoenberg
hay una ironía exenta de mordacidad. La obra es amarga, fría y desilusionada.
El músico expresionista escribió una partitura para acompañar los versos de Albert Giraud. Su composición es ambigua, en mi opinión esta ambigüedad es voluntaria. Acoge la melancolía del payaso carablanca que se parodia a sí mismo y se lamenta de su indefensión.
El músico expresionista escribió una partitura para acompañar los versos de Albert Giraud. Su composición es ambigua, en mi opinión esta ambigüedad es voluntaria. Acoge la melancolía del payaso carablanca que se parodia a sí mismo y se lamenta de su indefensión.
A las notas de carácter noturno de la
primera parte de la obra, le suceden unas imágenes de culpa y angustia que nos van introduciendo en la zozobra expresionista.
Entre el poeta
Albert Giraud, simbolista que defendía “el arte por el arte”, y el músico
expresionista Arnold Schoenberg, padre del dodecafonismo, consiguieron crear
una obra donde la pesadilla se abre paso entre un panorama de neblinas disipadas y conduce
sus pasos amargos entre los versos y los compases musicales. Alguien creyó que
estas notas anunciaban el fin de la música.
En la revista Pan en 1912 el crítico de arte Alfred
Kerr, refiriéndose a la obra de Arnold Schoenberg decía:
“No
es el fin de la música, sino el principio de una nueva fase del arte de
escuchar”
Yo tampoco creo
que Pierrot lunaire sea el fin de la
música -vendrían después otras vanguardias- pero creo que, siendo el principio
de una nueva fase, entró en ella con el pie quebrado haciendo alarde
de un sadismo surrealista que no tuvo continuidad.
No entiendo esta frase, no se si la saco de contexto o contextualmente la coloco mal en mís entendederas: " sadismo surrealista", ¿ te sabría mal explicármela ?
ResponderEliminarUn abrazote
Amic Miquel esta frase está entre la eutrapelia y el carientismo. Schoenberg era expresionista y se expresaba con partituras dodecafónicas, coherente por supuesto.
EliminarYa te lo contaré
Salud
Ser músico y pintor al mismo tiempo es lo que tiene: una mayor capacidad de atrevimiento por tocar tantos palos. En todo caso era una persona rara y excéntrica, además de sumamente supersticiosa. Dicen de él que tenía auténtica fobia al numero 13. Y que estaba convencido de que moriría un año que fuera múltiplo de 13. Casi lo logra. El infarto que acabó fulminantemente con su vida ocurrió, según puedo comprobar, en 1951. Si atendemos a sus cálculos, tendría que haber fallecido el año anterior.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, no conocía esta faceta de supersitición de Schoenberg, tampoco conozco su obra pictórica, hace unos años se expuso parte de su obra en Barcelona y no pude verla, me supo mal. En cuanto a su música debo decir que me gustan sus canciones de cabaret (Brettl-Lieder) y su opus 17 Erwartung. El Pierrot lunaire no me gusta.
EliminarSalud
La música de Schoenberg refleja la época devastadora en la que vivió, caían las esperanzas y se abría camino el presagio del horror. Cuando Shoenberg componía su música, que a nadie deja indemne, nos arrastraba con él a una secuencia histórica que se ha quedado prendida y disecada en el tiempo. Por ahora la composición sigue otra senda.
ResponderEliminarAbrazos
Querida Amaltea, fueron tiempos convulsos, mucho dolor y mucha desesperación y aquellos expresionistas supieron reflejarlo en sus obras, Schoenberg fue un gran músico, lo admiro, pero no precisamente este Pierrot Lunaire prefiero sus Lieder.
EliminarUn abrazo