martes, 31 de agosto de 2021

Evolución del lenguaje

 

 La montaña de Oisin, Sean Scully / Museo de Montserrat

 

 

No creo que sea por efecto de la pandemia, ni tampoco por un exceso de lectura de textos teóricos, el caso es que contemplo una evolución del lenguaje hacia formas inesperadas, a veces delirantes y a veces veleidosas que me pillan desprevenido.

 

Jamás había habido tanto mensaje y comunicación al alcance de todos y quizás, debido a la gran facilidad de difusión que ofrecen las redes sociales, esta evolución avanza con gran rapidez mientras aumenta, a la misma velocidad, la pobreza de vocabulario.

 

He aquí algunos aspectos de la evolución lenguaje que observo últimamente. Hay más, pero me limito sólo a estos:

 

Determinantes posesivos. En el lenguaje habitual que hoy podemos oír en la calle, en los supermercados y muy especialmente en la publicidad, observamos un abuso exagerado de determinantes posesivos:

Contrate su hipoteca hoy mismo.

Deposita tu basura en la puerta de tu vecino.

 

Presente de indicativo. No hay más que observar la jerga de muchos informadores y las discusiones de los tertulianos que salen en televisión para darse cuenta de que no saben utilizar los tiempos verbales. Parece que el pretérito indefinido ya está proscrito, también algunas formas de futuro y del modo imperativo. Utilizan el presente de indicativo para casi todo, para narrar algo que ya pasó o para explicar algo que pasará:

Anoche, en el botellón, voy y veo a mi “ex” como bebe a morro de una botella de ginebra.

En otoño empiezo un curso sobre la localización de chacras y energías positivas.

 

Diminutivos. Con voluntad de hacerlo todo más ñoño de lo que es, muchos se empeñan en utilizar el diminutivo cuando quieren expresar algún sustantivo o cualidad negativos.

La maestrilla da “penita”.

Kevin está “enfermito”.


Lenguaje inclusivo. Dejo aparte cualquier consideración sobre el uso del “otras, otros, otres” y no entro en la polémica de cómo debemos hablar de una forma inclusiva y respetuosa sin hacer el ridículo; sólo una observación: nunca se utiliza la forma doble (femenino-masculino) cuando se habla de sustantivos o cualidades negativas. Oímos, los consejeros y las consejeras, pero jamás oímos los ladrones y las ladronas, tampoco los corruptos y las corruptas; oímos los jueces y las juezas, pero no oímos los prevaricadores y las prevaricadoras.

 

Oír y escuchar. Más que oír, parece que hoy todo el mundo escucha con más o menos atención. El verbo oír apenas se utiliza:

Escucho la sirena de la ambulancia.

Me molesta escuchar los ruidos corporales de mi vecino.

 

Estas cosas no se escuchan, se oyen y molestan.

16 comentarios:

  1. Creo que no es nada fácil expresarse, y que todo va por modas, y que estas las ponen y las quitan muchos programas televisivos que se emiten en directo con participantes que están dispuestos salir desnudos con tal de llevarse el premio de los mil euros, ya sabes que hoy los cuerpos se venden baratos.
    pero si, efectivamente hay un cambio en la manera de expresarse, sin duda.
    Un abrazo

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    1. Amic Miquel, también hay una gran influencia de otras lenguas, mucha dejadez y pereza en el habla, incultura, frivolidad, etc., todo esto va derminando el lenguaje y la forma de pensar. Nosotros estaremos al pairo, procurando hablar con precisión para hacernos entender.
      Abrazos

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  2. Sí, es una pena que la evolución del lenguaje quede en manos de gente ajena al mundo de la lengua y/o de la cultura. Y sean políticos oportunistas, publicistas, periodistas y gentes vinculadas al mundo de los negocios los que vayan imponiendo modas y destrocen lo que es patrimonio de todos.
    Saludos.

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    1. Amigo Cayetano, el lenguaje se va transformando y lo hace con aportaciones bastante ridículas, será, pues, la expresión de una sociedad cada vez más ridícula.
      Saludos

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  3. El subjuntivo y los matices... especies a extinguir, me temo.

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    1. Todo se andará, Pedro, el subjuntivo ya empieza a cojear.
      Saludos

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    1. Amiga Viky, son ejemplos tomados del habla de la calle y de los medios de comunicación.
      Saludos.

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  5. He vuelto a mirar la página porque me gustó la pintura que has expuesto, pero no recordaba su autor.
    Ahora lo leo, lo recuerdo, y me percato de que en Monserrat, y en su museo, está esta obra.
    Su autor, otrora habitante de la ciudad de Barcelona, ha marchado hacia otros lares.

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    1. Amic Miquel Sean Scully es un pintor reconocidísimo a nivel internacional, con obra en los principales museos de occidente. Ha vivido varias décadas en Barcelona y ahora, harto, hartito del "procés", ha decidido marcharse de Cataluña. Dice que aquí, con un clima de intolerancia lingüística y sintiéndose rechazado se va, Creo que ha ido a Provenza.
      Salud.

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  6. Algunas apostillas, que tu entrada se presta a un jolgorio, ya sabes lo que me gusta a mí también ir a la caza y captura de gazapos estúpidos.

    Determinantes posesivos, o bien IMPERATIVOS.

    La confusión coloquial de TIEMPOS debe ser efecto de la confusión del TIEMPO (personal)

    Cuando el DIMINUTIVO es pijería: "Me voy a tomar en la terracita...Qué bien estábamos en la playita". No obstante hay un uso de diminutivo útil y con buena acepción en una conversación tranquila y sin ostentaciones.

    Lenguaje INCLUSIVO que tal como dices sigue siendo EXCLUSIVO. A mí no me gusta nada.

    Pues no sé qué interés puede haber en ESCUCHAR una sirena o unos ronquidos, más bien es de romper los nervios en ambos casos. Ciertamente, es otro despropósito.

    Creo que muchas de estos malos usos del lenguaje son potenciados desde profesionales (por llamarles algo) de los medios de comunicación (por llamarla algo) Luego repetidos por políticos de pago (por seguir llamándoles algo) Y por último repetidos por la grey, que toma como referencia a los voceadores de estos tiempos. Menos mal que los púlpitos tradicionales ya no tienen eco, pues sería el colmo. Hace tiempo que no asisto a un funeral, pero hace años llegué a la conclusión de que todos los ministros del Señor decían lo mismo y lo repetían hasta la saciedad. Me recordaba lo de los ronquidos.

    Salud y buena propiedad verbal. No entremos al trapo -salvo error u omisión- de la involución del lenguaje, es decir, de su empobrecimiento.

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    1. Amigo Fackel, he pretendido hacer un comentario en tono irónico. La mala utilización de los tiempos verbales y el desconocimiento de las conjugaciones son una muestra del empobrecimiento del lenguaje y de la incultura. No estoy en contra de los diminutivos, incluso me gustan cuando se utilizan con la gracia de los jóvenes de cintura delgada –como si fueran donceles de quattrocento- lo que me irrita es cuando son aplicados en adjetivos o sustantivos de significado negativo, parece que el hablante cobarde no pueda soportar el peso de una realidad amarga, cuando dicen esto es una “penita” es porque no soportan la realidad de una pena.
      Y que decir cuando, en el discurso inclusivo, no aplican el masculino/femenino a los vocablos de carácter negativo, no dicen los chorizos y las chorizas, ni dicen los atracadores y las atracadoras.
      Total, amigo mío, el lenguaje expresa la forma de pensar de una colectividad. Me conformo que, en lo cotidiano y en lo estrictamente funcional, me entiendan y reclamo un poco de formalidad y rigor en los enseñantes y en los comunicadores.
      Salud.

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  7. La matraca con el lenguaje inclusivo ya es mareante, excelente la observación que haces con esos ejemplos.
    El desinterés por cuidar el lenguaje, y usarlo con propiedad, es indicativo del deterioro cultural imperante.

    Qué no escribiría hoy Larra en sus caminatas madrileñas. Sería, más que nunca, "El Pobrecito Hablador" entre tantos garrulos lingüísticos.

    Abrazo, amigo Francesc

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    1. En esto del lenguaje inclusivo parece que no se aclaran, con lo fácil que sería procurar que hubiera el máximo respeto entre los hombres y las mujeres y se dejaran de majaderías pueriles estropeando el lenguaje. Reclamo más inteligencia y menos juego infantiloide.
      Seguro que Larra tendría mucho que decir.
      Un abrazo.

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  8. En primer lugar, bienvenido nuevamente al redil de las redes. Seguramente no soy el único que echaba en falta tu profundidad y tu precisión al expresar las ideas, sabiamente salpicadas con contrastes llenos de ironía, a veces muy sutiles.

    ¡Menudo melón has abierto, Francesc! Pienso que más que un melón, necesitaríamos un melonar de Villaconejos entero.

    Hay tantas y tantas expresiones que detesto. Unas son ya un poco antiguas, otras más nuevas (entre estas últimas, ha surgido una que dice: "Estoy hasta el gorro, NO, lo siguiente" —se da mucho en twitter—, con lo que el que habla o escribe piensa que deducirás que ese sujeto está "hasta los cojones" (o los ovarios), hablando en plata).

    Y entre las antiguas...¡Uf, hay tantas!
    Así, a bote pronto (como dicen los futboleros, entre los que me cuento), se me ocurre: el uso del infinitivo en una oración que exige sujeto; la preposición "desde" sin marcar lugar ni tiempo (tal vez por influencia del inglés); el condicional utilizado inadecuadamente (quizá viene del francés, no lo sé). Etc.

    Una frase de ejemplo podría ser la siguiente (me la acabo de inventar):
    «Señalar, por último, que, desde la preocupación que siente este ministerio, el fin de semana pasado habría fallecido un total de doscientas personas por el Covid" (de una declaración así no se especifican nunca las diferentes circunstancias, no vayamos a liarla).

    En fin. No solo esto. Me molesta también el malísimo periodismo que padecemos, y no solo por lo que se refiere al idioma: noticias a las que no se da seguimiento alguno en cuanto dejan de serlo, informaciones incompletas, que siempre omiten precisamente lo que uno se está preguntando (y por eso las lee). Y "un largo etcétera" (otra que tal).

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    1. Amigo GranUribe, he estado alejado unos dos meses del blog y prácticamente desconectado. Ahora me reencuentro con los amigos del blog. Seguidores como tú que hacen que todo esto sea más amable e inteligente.
      La caída del lenguaje es imparable, ya sé que se argumentará que los tiempos cambian y que la lengua es un fiel reflejo de los cambios, sí, pero qué pasa con la pobreza del lenguaje, qué pasa con el mal uso de los tiempos verbales y con la mala adjetivación, pues lo que ocurre es que se pierden los matices y con ello la agudeza mental.
      He puesto solo unos pocos ejemplos, podemos añadir muchos otros, por ejemplo oímos que en vez de decir “mucho” dicen “un montón”: El Jona maneja un montón de pasta; en vez de decir “muy” dicen “súper”: la Vane es súper gorda, etc. no acabaríamos nunca.
      Lo peor de todo esto es que estas lindezas son utilizadas por personal que utiliza la lengua como medio para ganarse los garbanzos: periodistas, profesores, políticos, tertulianos, publicitarios, etc.
      Un saludo.

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