La noche estrecha discurría
por las avenidas de mansardas
hasta llegar a la plaza para dar la vuelta.
Los vocablos fueron sometidos
al control implacable del inquisidor
y de los alacranes de abdomen lustroso.
No era un registro de doctrinas,
era un control de signos y acentos.
Las mentiras engullían las catedrales.
El eterno retorno se debatía,
entre el dolor circular y la nutrición,
engullido por el ouroboros.
El gallo de oro cantaba igual que el año pasado,
como siempre y sin variaciones
con su eterna monotonía de plumajes.
Los colores de mayo eran los de siempre,
la brisa tenía el soplo conocido de las espigas,
y el cuerpo, la fatiga pesada del tiempo.
el Ouroboro de Cleopatra
Un abrazo. ¡
ResponderEliminarSalut
Amic Miquel, Joan Miró se interesó por la noche estrecha, antes Van Gogh ya había dicho algo con sus pinceles. Cirlot nos habló del Ouroboro una especie de eterno retorno.
ResponderEliminarAbrazos.
Y el poeta habla como lo hizo Cirlot, mi gran Francesc: "...Los colores de mayo eran los de siempre..."
EliminarAmic Miquel, se repinten los colores y la estulticia, el vuelo quebrado de las mariposas, la ternura de los niños, la voz quebrada de los viejos y la dureza del poder.
EliminarAbrazos.