Anasztázia Psonkiva estuvo unos días en Barcelona, cantaba en un coro que vino aquí a dar un par de conciertos. Hablé con ella medio en italiano y medio en no sé qué, el caso es que se hacía entender.
Me dijo que la música la transportaba al futuro, dijo que sería un futuro de metales.
La miré, intentando comprender lo que decía y Anasztázia continuó: nuestras células tendrán la dureza del acero y los úteros quedarán liberados. La liberación de nuestra especie se completará con las conexiones surreales y con los engranajes de la mandrágora mecánica.
Anasztázia Psonkiva dijo que cuando se restablezca el orden, construirá su casa junto al bosque, donde pueda escuchar el murmullo del viento, donde las conexiones aladas y el aroma de la primavera permanezcan inalteradas.
Anasztázia Psonkiva canta muy bien, destacan sus tonos agudos, ella aspira a la estabilidad metálica, no quiere que nada se altere.
Dice que saludará al pájaro matutino y a la materia ordenada según una proporción magnética. Esta será su razón de ser.
Yo creo que la inquietud y obcecación de Anasztázia Psonkiva por los metales le venía de la admiración que sentía por Dmitri Shostakóvich y por Penderecki (ella había cantado La Pasión según San Lucas de Krzysztof Eugeniusz Penderecki).
Es, sin duda, un punto de vista muy peculiar. No sé si el futuro será de los metales, no entiendo de música, sé que el presente lo es de otro metal, este de color dorado.
ResponderEliminarCelebro que su objetivo sea construirse una casa junto al bosque, pero dudo de la liberación del hombre, de la mandrágora mecánica y de la inalteración de las próximas primaveras. Como también dudo de una estabilidad futura.
De lo que no dudo es de La Pasión según San Mateo de Krzysztof Eugeniusz Pendereck.
Un abrazo
Salut
Amic Miquel, Anasztázia Psonkiva (no he puesto su verdadero nombre por discreción), vino a Barcelona con su coro, ella casi siempre actuaba de solista, el coro era de la ciudad de Minsk (Bielorrusia).
EliminarVi a todos aquellos cantantes bielorrusos muy preocupados, parecía como si la fatalidad dominara sus cantos.
Anasztázia quería vivir un futuro tranquilo y desconfiaba mucho de la situación política de su país.
La pasión según San Lucas de Penderecki me gusta bastante, aunque la música de este polaco a veces la encuentro un poco comercial y peca de una cierta espectacularidad que no viene al caso.
Salud.
El exceso metálico suele (o puede) ser excesivamente chirriante. No soportaría yo ese futuro. Ya hay bastante ruido desapacible en estos tiempos. Salud e ironía.
ResponderEliminarAmigo Fackel, sí, es cierto, con el frote los metales suelen chirriar, todo es cuestión de echarle un buen lubricante, creo que bien lubricados podemos llegar a un futuro soportable.
EliminarSalud.
No hay nada más reconfortante y sano,que meter la mano en un cajón lleno de tornillos,despacio,suave, con movimientos suaves como si fuera arena.Ideal para la artrosis de los dedos en los mayores.
ResponderEliminarCar res, no lo he probado nunca, tampoco tengo demasiadas ganas de probarlo. Me parece que Anasztázia tampoco lo hacía.
EliminarFrancesc:
ResponderEliminarleo en la prensa que, de aquí a unos años, las voces de los audiolibros serán todas robóticas...
Cuando las barbas de tu vecino etcétera.
De aquí a unos años, las voces de los cantantes también serán sustituidas por la IA...
Triste, triste, triste. Ya ni las voces mecánicas. Serán robóticas.
Salu2.
Amigo Dyhego, seguramente Anasztázia se refería a estas voces metálicas que poco a poco lo van invadiendo todo, ella como soprano, era muy sensible a esto. Luego vendrán los robots y la robotas que cantarán pavanas y coplillas.
EliminarSaludos