Hay una línea de quietud y recogimiento que recorre la historia de la arquitectura. Va desde la geología a las esculturas arcaicas; va desde los templos a los palacios y a otras formas de la arquitectura. Va desde el menhir a las esculturas vacías y llega a los muros escuetos del minimalismo arquitectónico actual.
Es un minimalismo de piedras que parece encaminado a la liberación del espíritu, es una ascesis pragmática que sirve para la eliminar lo superfluo.
Hay una quietud de menhires que apunta al cielo. Piedras que esconden en su base arqueológica los ritos de la muerte. Es un silencio petrificado de sombras antiguas.
Hay quietud en los muros y bóvedas del románico. Son paredes de silencio que invitan al recogimiento, pero, sin embargo, son piedras con coqueras que contienen el eco de unos sermones enardecidos que duermen en la oquedad.
Hay quietud escolástica en las ojivas, en las gárgolas y en los arbotantes de la arquitectura gótica que con su silencio vertical, pretenden alcanzar la virtud.
Hay un minimalismo frío de bosques de abedules en la arquitectura de Erik Gunnar Asplund que anhela la luz.
Hay una quietud de vacíos que delimitan el espacio en las esculturas de Chillida. Son silencios robustos.
Hay un minimalismo de sombras que se petrifican en las superficies crudas de Tadao Ando. Es un silencio estático.
Hay una quietud esquizoide que pretende la nada, pero esto no es quietud ni recogimiento, es una vanidad que se vale de la lujuria de materiales costosos que se exponen sin pudor en las revistas de decoración.









En alguna de las fotografías que muestras se respira quietud, silencio... bien detallado en tus análisis.
ResponderEliminarEl menhir me inspira poderío... no en vano para los hinduistas es un Lingam, un Shiva linga, una representación de Shiva, de lo masculino en esencia...
En cuanto a lo que se exhibe a menudo en las revistas de decoración como minimalista, también creo que nada tiene que ver con disfrutar de una vida confortable, parece que algunos arquitectos no piensan en la vida real.
Buen domingo, Francesc, un abrazo
Querida Milena, cuando veo un menhir pienso en la gran fuerza que debían hacer aquellos individuos que ponían en pie el enorme pedrusco.
EliminarLo de las revistas de decoración casi siempre me parece un catálogo comercial de cositas caras.
Yo también creo que algunos arquitectos no piensan en la vida real, tampoco sus clientes, que muchas veces quieren casas irreales.
Abrazos.
No sé sí he captado lo que nos intentas decir, Francesc, pero creo haber entendido que dentro de lo complejo que son los movimientos de arte, estos son sobrios y se acompañan de modestia frente a lo banal y comercial de los influencers de las revistas de interiorismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Amic Miquel, lo has captado perfectamente. Hay una línea que recorre la historia del arte que persigue la sobriedad.
EliminarToda la banalidad y lo fantasmagórico de los influencers queda al margen de esa línea de quietud y serenidad.
Salud.
Quietud conseguida por el uso de la línea recta. Las curvas indican movimiento. Quietud que suele venir acompañada de soledad y silencio. El bullicio y la ostentación no encajan aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, ciertamente en esta línea de quietud no cabe el bullicio.
EliminarYo puedo aceptar la maravillosa curva del arco de medio punto y la tranquilidad ondulada de Montaigne.
Salud.
Siempre se aprende algo de ti, Francesc.
ResponderEliminarGracias.
Gracias Dyhego, celebro que estos breves escritos sean de tu interés. Expongo algunas cosas que veo y solo son notas insignificantes sin voluntad pedagógica pero me hace ilusión que puedan aportar algo.
EliminarSalud,
La quietud, ese estado mental en el que todo se apacigua (sentidos y emociones) la facilita algunos lugares de arquitectura sobria, o también, en parajes de la naturaleza que reflejan un tiempo y espacio suspendido. La quietud que paraliza y conecta con lo trascendente, la experimenté en un glaciar del Monte Rosa. Un silencio total, un espacio blanco solo atravesado por breves ruidos de crepitación del hielo.
ResponderEliminarAbrazos
Querida Marga, la quietud, la tranquilidad de los espacios es reconfortante, favorece la reflexión. Cada vez más aprecio la serenidad y el silencio.
EliminarExperimenté el silencio casi absoluto cuando hacía una obra de unos estudios de radio y televisión, aquello fue una experiencia muy extraña.
Abrazos.
Me gustan mucho los ejemplos que muestras. Inspiran quietud y recogimiento. Muy bien escogidos.
ResponderEliminarLas columnas dóricas del templo de Hera en Olimpia, el menhir de Bretaña, esa bóveda que se diría de un teatro romano, las bóvedas de Santa Mª de Huerta, del XII, que he visitado algunas veces camino de "los madriles", todo eso.
Pero ¡ojo!, puestos a escoger, me quedo con el Bruneleschi de la Capilla Pazzi, en Florencia. Bruneleschi para mí es "Dios".
Es curioso que, pensando en Alvar Aalto como pienso estos días, he recordado que su primer maestro fue precisamente Asplund; no es raro, porque viajaba a Suecia muchas veces. Y para su primer proyecto, el "Club de Trabajadores de Jyváskylá", evocó un poco ese frío clasicismo nórdico de Asplund. Por ejemplo, el de la "Capilla del Bosque" que muestras, cómo introdujo las columnas en el atrio. Pero sin embargo, al verlo desde fuera nadie puede sospechar que, tras esa fachada con tan rústica techumbre, nos encontraremos con la planta circular con columnas, no sé si dóricas, y esa cúpula. Algo que Asplund repetiría en la Biblioteca de Estocolmo con el cuerpo cilíndrico interior. Por suerte para todos, luego Aalto se desmarcó un poco de Asplund y emprendió su propio camino.
Lo de Chillida en Canarias topó con mucha gente que se rasgó las vestiduras, imposibilitando el asunto, algo muy propio nuestro [a Cristina Iglesias le pusieron muchas pegas para el faro de Santa Clara, en San Sebastián, pero pudo superarlas, cosa rara]. De Tadao Ando, poco sé, aunque esa imagen es muy reconocible, con ese minimalismo de sombras; de él me gustó el Pabellón para la Expo de Sevilla, para mí el mejor, pero que fue el primero en desmontarse después, una pena. En cuanto a tu última imagen, ese minimalismo tan frío, herencia lejana de Mies van der Rohe, reconozco que no es lo mío: me quedo con Aalto...
Un abrazo
Amigo Gran Uribe, muchas gracias, has puesto los pies de foto a cada una de las imágenes, te lo agradezco mucho.
EliminarEn efecto, Brunelleschi delante de todo. La capilla Pazzi, después del Partenón, es el edificio más bonito que he visto, ¡ves una arquitectura como esta y ya no deseas ver casi nada más!
Por lo que veo estás ocupado con tu tocayo Aalto, y atención, atención, con Asplund, que es de lo mejorcito.
Sigamos con Chillida y Ando son extraordinarios, añadamos Oteiza y Mies y algún otro.
En cuanto a la última foto vamos a dejarla aparte, tampoco es cuestión de hablar de revistas de pornografía decorativa.
Salud.
En esa sobriedad está el verdadero recogimiento.
ResponderEliminarAmigo Pedro estas obras se agradecen, aportan la tranquilidad que el espectáculo mediático nos niega.
EliminarSaludos.
Tu conocimiento de causa razonada es muy interesante. Oye, ¿todo lo sobrio es minimalista? O viceversa.
ResponderEliminarAmigo Fackel, he visto arquitecturas sobrias que no son minimalistas, por ejemplo Andrea Paladio y viceversa he visto obras minimalistas que no son sobrias por ejemplo la arquitectura del EUR en Roma.
EliminarAbrazos.
Qué recorrido tan maravilloso haces aquí, por el elegante y bellísimo minimalismo de lo pétreo mi querido FRANCESC! Galicia está llena de menhires como los que cargaba Obelix: ) y aunque todo es precioso, me quedo con Gunnar Asplund, de quien su compatriota Alvar Aalto, siempre confesó su admiración y que tan oportunamente nos muestras como maravilloso minimalista que fue. Siempre me ha sorprendido esa contradicción o no sé cómo llamarle, entre sus edificios más emblemáticos donde, tal cual comentas hay pocas ventanas, poca luz y sin embargo en los espacios abiertos, nadie como él para captarla. Absolutamente subyugante la luminosidad de su maravilloso cementerio a las afueras de Estocolmo que por cierto, se llama el cementerio del bosque ; )
ResponderEliminarComo esas luminosos esculturas que hace la luz al lado de las de Chillida, de Tadao Ando no sabía nada, gracias!: ) E incluso fíjate, aunque comprendo que lo que te chirría es esa ostentación casi obscena, que a veces es lo que se muestra en eso que tú llamas “ quietud esquizoide” de las revistas de decoración.. esas líneas depuradas, esas piscinas infinitas, sin remate, no me digas que no son maravillosas..vale, sí, ostentosas y grandilocuentes pero impresionantes y bellísimos como el silencio de una diva de ópera: )
Mil gracias, un beso y muy feliz semana mi querido FRANCESC!
Querida María, los menhires siempre me llevan a pensar en la enorme fuerza que se necesita para mover aquellas piedras y ponerlas apuntando el cielo.
EliminarAdmiro mucho la arquitectura de Gunnar Asplund, creo que su obra se integra perfectamente en el paisaje, fue un maestro del que Aalto aprendió mucho. Los abedules y la arquitectura tanto de Asplund como de Aalto parece que vayan cogiditos de la mano.
La luz en Chillida y en Tadao Ando forma parte de la composición de los espacios arquitectónicos.
Este mínimal de revista de decoración es como un escaparate comercial. El silencio de una diva puede ser elocuente y provocar una emoción estética extraordinaria, pero el silencio de una piscina sin borde es un silencio cuya única elocuencia es la manifestación del lujo y la ostentación.
Abrazos mil.
Acabo de leer el comentario de nuestro querido GU ( ¡cómo y cuánto nos ilustra a todos! ) y cómo le llamas a la última fotografía "pornografía decorativa " jajaja perdón por ser algo degenerada, como ves jajajaja otro beso!
ResponderEliminarQuerida María, nuestro amigo Gran Uribe sabe mucho y lo explica muy bien, es el cómplice de las ideas.
EliminarEstas revistas de decoración suelen apostar por lo insostenible.
Abrazos mil.