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viernes, 26 de septiembre de 2025

La nave va, discurre lenta

Retrato no identificado (1872). 

Jean-Louis Forain (1852-1931)



A menudo recurro a los poetas que ya de jóvenes eran malditos, sabían latín a edad muy temprana y a edad muy temprana creyeron que con su maldición ya lo habían dicho todo. 


La nave discurre lenta


Toda luna es atroz y todo sol amargo...

Arthur Rimbaud


Por el ríos impávido boga Riambaud

desconcertado. Sin cordajes

la nave discurre lenta.

Narragonia quedó atrás,

Narragonia no es isla de poetas.

La ebriedad señala el rumbo,

la tempestad de estío sólo es una calma

gris de plata sulfurada.

El áncora quedó perdida

en los escollos de los versos antiguos,

cuando la belleza reposaba

sus pies sobre un escabel azul.

Era joven el poeta y osó

injuriar a la diosa de túnica ligera.


Hoy, sobre la orilla, el sol se esconde

detrás de un coágulo de resacas

mientras la nave sigue la quietud

mística de los cuervos que esperan.

Los juncos son los látigos inflamados

que fustigan la memoria de aquello

que no germinó. Un crepúsculo

de sombras alargadas reclama

el naufragio de los rayos del sol

y del claro de luna que enardece

a los amantes que esconden

sus vergüenzas y sus lágrimas

entre las sombras errantes

de los cipreses y tejos recortados.

F.C.

11 comentarios:

  1. Según he leído, Rimbaud dominaba ya a los catorce años toda la Antigüedad, toda la Edad Media, todo el Renacimiento, conocía de memoria tanto a los poetas modernos más refinados como a los más ingenuos de su época. Un superdotat. ¡Peligro!

    «Ahora puedo decir que el arte es una necedad», dicen que dijo una vez Rimbaud cuando ya estaba asqueado. No sé si lo dijo, pero no comparto eso. Tampoco que «el alba es lastimosa, toda luna es atroz y todo sol amargo», que lo escribiría en semejantes circunstancias. Ni tampoco yo me batiría nunca en duelo con nadie, y menos con pistola (a no ser que ese alguien ose decir que la plaza del Vaticano es una elipse). Aún tuvo suerte de que Verlaine le diera solo en la mano, aunque quizá él hubiera preferido morir entonces.

    De hecho, aunque los poetas cuando son jóvenes suelen producir sus versos más encendidos, prefiero aquellos que llegan a la madurez escribiendo poemas sosegados y no se retiran del asunto a los veinte años, quizá sin nada más que decir, dedicándose a viajar en barco. Por ejemplo, con todos mis respetos para Rimbaud, me gusta más tu poema "La nave discurre lenta" que "El barco ebrio". Creo que es muy bueno; no sé a qué edad lo escribiste. Por cierto: me gusta el retrato de Forain.
    Un saludo.

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    1. Hay dos errores en mi comentario. "Según he leído", debería poner en la primera frase (no "según leyó") y "el arte es una necedad", al principio del segundo párrafo, que no "una necesidad", como figura en mi comentario. He de darle a la tecla con más tiento. Por supuesto, yo no estoy de acuerdo en que el arte sea una necedad, como afirmaba Rimbaud, más bien me parece una necesidad.
      Un abrazo

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    2. Rimbaud, por lo que dicen las biografías, era un joven muy culto, dominaba el latín y conocía con mucho detalle la historia del arte y la literatura. En efecto, era un "superdotat", ¡un peligro!, ¿un peligro?, no, no, el peligro son los que no saben nada y hacen daño con su incultura y la sabiduría es la de aquellos que aplican su cultura con sensatez y bondad .
      No comprendo el significado de algunos poemas de Rimbaud, pero todos ellos -los que comprendo y los que no- han dejado en mí una huella formal de bellísimas imágenes.
      Creo que el arte es una necesidad, es un cofre que atesora las creaciones más bellas e importantes del ser humano. Si alguien, aunque esté asqueado, dice que el arte es una necedad, debemos entender que quien lo dice, lo único que pretende es provocar.
      Me gustan sus "Iluminaciones", su "Una temporada en el infierno", "El barco ebrio", etc.
      En mi poema "La nave discurre lenta" hay mucho de todo ello. Rimbaud ha dejado su huella indeleble.
      Celebro que te haya gustado mi poema, no sé cuando lo escribí, creo que no hace demasiado tiempo, lo que ocurre es que el tiempo discurre rápido.
      Abrazos.

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  2. Poemazo le decimos por acá...
    Tenía entendido que el retratado era Rimbaud
    Abrazo!!

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    1. Amigo Carlos, los versos están influidos por las huellas de Rimbaud.
      No, la imagen no es un retrato de Rimbaud. Las imágenes que pongo no suelen tener relación con el texto que les sigue.
      Abrazos.

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  3. Este poema se plantea como un homenaje evocador a Rimbaud, especialmente al joven poeta visionario de Iluminations y del célebre Le bateau ivre. Se percibe tanto la influencia de la imaginería rimbaudiana como una reelaboración personal, teñida de melancolía y reflexión sobre la fugacidad de aquella rebeldía poética.

    La primera parte presenta a Rimbaud como un barquero errante que “boga desconcertado”, en un río que recuerda al de su Barco ebrio. Sin embargo, aquí no hay delirio exultante, sino un tono desencantado: la nave discurre sin cordajes, perdida en un rumbo señalado por “la ebriedad”. Recupera la metáfora de la travesía marinera que en Rimbaud expresaba la ruptura, la exploración del inconsciente y la aventura visionaria. Pero en este homenaje el viaje aparece ralentizado, como si la grandeza del ímpetu juvenil quedara ya tras las espaldas.

    - Narragonia: la alusión al Narrenschiff medieval —la “Nave de los locos”— de Sebastian Brant recuerda que el espacio utópico de los poetas no existe, la “isla de poetas” nunca estuvo allí. El destierro de la poesía y el desencanto atraviesan este comienzo.
    - El áncora perdida en los escollos de los versos antiguos: simboliza la ruptura de Rimbaud con la tradición literaria al desafiar a “la diosa de túnica ligera”, una probable imagen de la musa clásica, a la que el joven osó injuriar para abrir un espacio nuevo.

    El bloque final está presidido por imágenes crepusculares y mortuorias. El sol se esconde tras “un coágulo de resacas”, expresión que mezcla lo orgánico y lo líquido en una visión turbia y sanguinolenta. Los cuervos, pájaros ligados a lo ominoso y a la espera de la muerte, ofrecen un contrapunto a la mística rimbaudiana.

    Los juncos que fustigan la memoria acentúan ese dolor por lo no germinado, por la promesa incumplida. Aquí aparece la paradoja esencial de Rimbaud: el genio que arde joven, pero que abandona pronto la poesía, dejando tras de sí tanto fulgor como vacío.

    El poema juega con la ambigüedad luminosa: “naufragio de los rayos del sol y del claro de luna”. Ambas luces se pierden, y con ellas el ámbito del amor y de su secreto, evocado en los amantes que ocultan sus lágrimas entre cipreses y tejos, plantas asociadas al cementerio y a la melancolía. El tono se vuelve fúnebre: la ebriedad del barco rimbaudiano desemboca aquí en un paisaje de ocaso, símbolo de renuncia, silencio y muerte de la poesía.

    Francesc, creas una atmósfera que no busca copiar a Rimbaud, sino dialogar con él desde la distancia. Si en Le bateau ivre el poeta adolescente vivía la embriaguez de lo absoluto, en este homenaje se contempla su figura desde “la orilla”, con un sentimiento elegíaco. Rimbaud fue joven y osó injuriar a la diosa, pero su viaje terminó demasiado pronto: el poema se convierte así en un réquiem poético por la llama extinguida de esa voz única que renunció al canto.

    Saludos.

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    1. Amigo Joselu, los versos de Rimbaud han dejado una huella en mí que parece que va adaptado su perfil al tiempo que pasa. Donde veía rebeldía, ahora veo unas imágenes poéticas de un belleza extraordinaria.
      Cuando intento construir algún poema no puedo hacer otra cosa que homenajear a los grandes que han dibujado un espacio de belleza en mi mente.
      Las iluminaciones y ese barco ebrio que deja estelas en el río, también dejaron estelas en mi manera de ver la poesía y la realidad.
      Hoy el barquero sabe que navega sobre unos tiempos líquidos, por unas aguas donde la razón sólo es una estela muy tenue que enseguida se disipa. Hoy la razón parece navegar a la deriva o quizá sobre una barquichuela de caña.
      El ideal de redención de la Belleza, ha fracasado como fracasan todos los ideales humanos -seguramente, Rimbau desconfiaba del poder redentor de la Belleza y por eso la injurió- en este tiempo líquido se disuelven los ideales y las esperanzas.
      Me preocupa especialmente la caída de la educación, el sistema educativo y el desprecio de la cultura y el conocimiento. Tengo poquísima esperanza. Sin duda, esta desesperanza afecta mis versos, insignificantes por otra parte, pero llenos de admiración por Rimbaud y otros poetas que tanto aprecio.

      Con la pérdida de esperanza, lo luminoso se torna crepuscular, entonces es cuando se me antoja un panorama de cuervos y de juncos que fustigan la memoria.

      Aprecio mucho comentario y tu análisis. En efecto no pretendo una copia rimbaudiana ¡Ay, pobre de mí!, cómo puedo yo imitar a Rimbaud.
      Saludos.

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  4. Lo habéis dicho todo.
    No puedo aportar nada, salvo el comentar que leeros es un placer.
    Un abrazo

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  5. Sentido homenaje a un poeta maldito que cometió la equivocación de ser en exceso culto a tan temprana edad.
    Muy bellos tus versos cuando dices cosas tan sugerentes y certeras como:
    "El áncora quedó perdida
    en los escollos de los versos antiguos".
    Saludos.

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    1. Gracias Cayetano, celebro que te haya gustado es minúsculo homenaje a Rimbaud, mis versos son poca cosa para esta gran poeta. Su poesía maldita nos interpela.
      Salud,

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