domingo, 5 de abril de 2020

Los Masriera


Los Masriera es una saga de orfebres, diseñadores de joyas, pintores, críticos de arte, ensayistas, literatos, coleccionistas, escultores, etc. iniciada por Josep Masriera Vidal (1810-1875). 

Francesc Masriera. 
                                                                 Dibujo de Ramón Casas

La saga de los Masriera continúa hoy, en el siglo XXI, bajo el nombre de “Masriera-Carreras y Bagués”

Vivieron el apogeo del arte modernista catalán. Se ha considerado que los Masriera (Frederic, Josep, Francesc, Lluís…) fueron los más conspicuos representantes de la joyería modernista.

La fundición de los Masriera recibió encargos de lo más granado de burguesía barcelonesa. Sus joyas se exhibían en los palcos del Liceo y sus piezas de orfebrería decoraban los salones modernistas de las casas modernistas del Eixample.
 
En cierta ocasión, recibieron un encargo insólito. Acudieron al taller los conocidos escritores Narcís Oller y Francesc Mateu que presentaron al señor Masriera la chatarra de unos cañones de escopeta. Un arma que había pertenecido al novelista José María de Pereda, autor de “De tal palo tal astilla”, diputado carlista y padre de veintidós hijos.

A uno de sus hijos, acomplejado por la tartamudez que padecía y creyendo que las chicas se reían de él, le entró una crisis fatal. Desesperado, cogió la escopeta de su padre, se la puso bajo la mandíbula y la disparó reventándose la cabeza, que saltó en mil pedazos ensangrentados.

Aquella escopeta fue troceada, y Pereda envió los cañones destrozados a sus amigos de Barcelona, Oller y Mateu, encargándoles que aquel metal fuera aprovechado de la manera más noble posible.

Comentado el suceso con el orfebre Masriera, este les propuso fundir la chatarra y elaborar con ella un crucifijo.

Fue una obra sencilla, de factura austera, que nada tenía que ver con el estilo modernista de Masriera.

José María de Pereda recibió, por fin, el crucifijo que colgó en la pared sobre el cabezal de su cama y allí permaneció durante el resto de la vida del diputado carlista.

 

11 comentarios:

  1. Caramba ¡, lo primero que he pensado es en el diputado carlista, ventidós hijos...Hombre atrafalgado; eso me ha quitado del problema principal, la escopeta y su reconversión a la Trascendencia.
    La pregunta que me hago es: ¿el metal de la escopeta no sigue siendo el mismo metal que el de la cruz? Sólo ha cambiado la forma, el continente, el envase, pero el contenido es el mismo, y por lo tanto, los recuerdos han de ser iguales.
    Salut

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    1. Amic Miquel, no sé si los carlistas eran todos tan profíficos como don José María de Pereda.
      En cuanto a la transmutación del metal, supongo esto ya se lo planteó el orfebre y no sé que sensación o recuerdos tendría Pereda al contemplar el crucifijo que estaba colgado sobre el cabezal de su cama.
      Salut

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  2. Tremendo el escopetazo. No sabía yo que el autor de "Peñas Arriba" había tenido tanta prole. Groucho Marx le habría preguntado: ¿qué otras aficiones tiene usted?
    Un saludo.

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  3. Este relato es otra joya como las de Masriera, me ha encantado.

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    1. Amiga Viky, las joyas de Masriera son obras de arte. En medio de tanta joya tuvieron que trabajar con una escopeta desvencijada.
      Abrazos

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  4. Una historia truculenta, sin duda. Y yo buscando el crucifijo en lugar de las mariposas y las flores. Ah, los carlistas vascos y navarros del XIX y ya entrados en el XX eran muy prolíficos. Por las labores del campo, hermano, y no solo por la religión, que pedían mano de obra varonil. Por cierto esta mano de obra agraria era muy útil también como carne de cañón, ya fuera entre carlistas o isabelinos, después entre rojos y entre azules. Es lo que ha tenido este país por querer ser unidad de destino en lo universal (expresión enigmática que nunca logré comprender)

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    1. Amigo Fackel, desconocía que los carlistas vascos y navarros fueran tan prolíficos.

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  5. Muy truculento el acto de colgar esa cruz sobre el cabecero de la cama de por vida. Y muy eficiente, prolífico el señor.

    En definitiva la cruz igual que el arma. no fue una joya.

    Salud.

    Anna Babra

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    1. Amiga Anna, un crucifijo colgado en la pared, sobre el cabezal, es algo peligroso, se te puede caer a la cabeza.
      Salud

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