martes, 14 de agosto de 2018

El amor y sus resultados


Nit de lluna, 1935. Cristòfol Leandre

Los poetas han hecho grandes esfuerzos para cantar la invasión de las camelias
y aun así, hay más canciones de desamor que de amor.

Los pintores han querido expresar el orden y la emoción de las aflicciones
y aun así, en el fondo del cuadro, siempre aparece aquella que tiene la última palabra.

Los románticos emocionados han llorado a la luz de la luna para idealizar el hipocondrio
y aun así, persiste la viscosidad de las secreciones.

Los moralistas han puesto todo su empeño en sacralizar la perpetuación de la especie
y aun así, se enciende una incontrolada hoguera de estopa.

Los psicoanalistas han querido cubicar el inconsciente enamorado 
y aun así, los gases nobles del amor se expanden y ocupan todo el espacio.

Los jardineros han plantado rositas de pitiminí y han colocado faunos de piedra en los estanques
y aun así, un galimatías de nenúfares a invadido las aguas.

Las fifís francesas siempre han recitado alejandrinos con un deje cursi 
y aun así, sus amores son bagatelas amarteladas.

Cuando es imposible la extinción del fuego del amor y el cuerpo enamorado queda irremisiblemente mutilado, no hay más solución que declarar el estado de ruina.

4 comentarios:

  1. Difícil cuestión, por no decir imposible, poner puertas al campo.
    Saludos, Francesc.

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    1. Sí Cayetano, esta es una cuestión dificilísima. Para considerarla más vale que nos lo tomemos con calma y después dejarlo correr.
      Abrazos

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  2. Técnicamente, habremos de hacer caso a los empiristas, y comulgar con ellos en su teoría sobre el amor. Dicen que es un estado de enajenación transitoria.

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    1. Amic Miquel, yo no sé si hacer caso a los empiristas. Yo creo que el amor es algo tan complejo como el cerebro y un poco más.
      Salud

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