sábado, 11 de marzo de 2017

Fuerza, savia, vigor y destemplanza de los artistas

 James Ensor. La intriga    (1911)

Hay artistas que viven muy mal. Pasan penurias y sobre ellas resplandece la luz del arte. Algunos no te dejan vivir en paz, tienen un ego inconmensurable y otros son más cándidos que una tórtola pachucha. La moral para ellos es algo que sencillamente no existe. Son amorales. Unos son malditos, otros son retorcidos, algunos vehementes y otros creen que la razón es un embudo que deja pasar el orden y la mesura, se trata de su orden y su mesura y como no, su magnificencia. Muchos son inmorales y otros te aseguran que Dios puso la punta del compás sobre su obra para trazar el centro del mundo.

Todo esto es algo muy distinto del carácter del crítico de arte, del chulito de saloncito, del personaje mediático o del gestor cultural, éstos se creen que el centro del mundo es su ombligo y sin rubor planean a un palmo por encima de los demás mortales. Estos críticos utilizan con demasiada frecuencia criterios morales o éticos para juzgar una obra de arte.

Juzgar la obra de un artista bajo la óptica de su conducta es un error craso, pues la moral no es sustancia artística.

Juzgar la actividad de un gestor cultural es algo higiénico e indispensable, pues ellos pretenden imponer la moral de una estética. Utilizan su charlatanería cargada de conceptos morales para juzgar una obra, se parecen a Quevedo.

Quién se atreve a decir que la música de Carlo Gesualdo es mala por haber asesinado a su primera mujer y al amante de ésta y haber colgado los cadáveres en su jardín de azucenas o por haber despeñado una mula en Venosa o por haber flagelado a varios muchachos creyendo que así redimía sus pecados. No, no y no. Desde el punto de vista artístico sus pecados se redimieron con la composición de cinco libros de madrigales o por sus canciones sacras a cinco y a siete voces  por su extraordinario Responsorio de tinieblas para Semana Santa.

Qué crítico es capaz de censurar a Dalí por sus excentricidades o decir que la obra de Benvenuto Cellini o de Caravaggio es malísima porqué ellos eran malísimos y pendencieros. 

¿Quién dirá que la obra barroca de Artemisa Gentileschi es buenísima por el mero hecho de que la pintora fue violada por su preceptor privado Agostino Tassi?

¿Van a decir ahora que la arquitectura de Le Corbusier es un despropósito porque se ha sabido que este arquitecto tuvo buenas relaciones con el nazismo?

Podemos leer las vidas de los santos pero olvidémonos de las biografías de los artistas y contemplemos el arte como una manifestación estética en todo su esplendor.

8 comentarios:

  1. Céline era antisemita, pero no le hacía peor escritor.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amic Miquel, hay mil ejemplos de artistas que su comportamiento no ilumina ni ensomberece su obra.
      Saludos

      Eliminar
  2. Tienes toda la razón del mundo. Las borracheras de Van Gogh o las rarezas de Baudelaire son algo secundario. Hay que desligar la vida de la obra de cada autor. El arte o la literatura nos debe interesar como producto final. Los problemas, excentricidades y aficiones de los creadores están muy bien para rellenar páginas de cotilleo pero no nos debe apartar de la obra.
    Un saludo, Francesc.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Cayetano, opino que cuanto más ñoño es el sentimentalismo, más se atiende a las borracheras y rarezas del artista que al verdadero sentido de su obra.
      Abrazos

      Eliminar
  3. De los artistas importa la calidad de sus obras. Su condición humana en modo alguno debe condicionar la valoración de su obra. Fijo.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, amigo mío, parece que todos estamos de acuerdo en que la calidad de la obra de arte es algo independiente de la condición moral del artista, pero demasiado a menudo, casi siempre, se juzga el resultado a partir de las correrías o la ideología de su autor ¿Cuántas veces se relaciona la modernidad con una indefectible ideología de izquierdas? o al revés, ¿por qué se asocia la ideología de derechas con un arte retrógrado? ¿por qué, a la hora de valorar la modernidad de una obra de arte, existe una prevención ideológica ante el pensamiento conservador de un determinado artista?
      ¿Qué pasa con Coderch arquitecto, o con J.V. Foix poeta?
      Todo es muy difícil, amigo Luis Antonio.
      Abrazos

      Eliminar
  4. De acuerdo contigo, la obra señala un camino distinto al de la vida de su creador. Malgré lui, que diría un progre de antaño. Artistas como Caravaggio -de espléndida obra- fue en vida un canalla y un tipo peligroso, y sin embargo qué capacidad para concentrar el punto de luz y la mirada del espectador.
    Con mucho, los grandes artistas tienen una obra que supera las mezquindades en las que caen, son como el resto de la gente.
    En cuanto a los críticos, tienen un gran poder sobre al artista de carácter débil. Creo que es más sano alejarlos de la esfera de creación.

    Un abrazo -el primer párrafo de la entrada es glorioso-.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Amaltea, está claro que para juzgar la obra de arte debemos olvidarnos de cómo era el artista. Pero parece que facinen más las hazañas del creador que su obra, y no digamos si la vida del artista se lleva a la literatura o al cine, cuando ocurre esto, acaba sentenciándose la obra de arte, supeditándola a las monadas o canalladas que hizo el artista.
      Ja, ja, Amaltea, a veces debería dejar los textos reducidos a muy poca cosa, a un solo párrafo. Celebro que te haya gustado.
      Abrazos

      Eliminar