Ibn
Zamrak
¡Qué bella es tu alberca!
El céfiro teje en ella cotas de malla
bajo la atenta mirada de los árboles,
y la murta cerca el agua con su oscuro bozo,
como el rostro del mancebo
la deliciosa sombra de su barba.
Abb
Allah Ben Simak
El agua fluye por los caños
con sus cadenillas de plata y de
perlas.
Son esplendores de hermosura tan
perfectos,
tan puros, que parecen la belleza
de la certidumbre
o el brillo de la fe.
Difícil encontrar mayor sensualidad -o sensorialidad- en poetas que no se hayan dejado seducir por la belleza de Al Andalus, con sus jardines, sus fuentes, sus albercas... Aunque prohibidas, no se necesitan imágenes cuando ya se dice todo con palabras. Granada siempre ha tenido ese poder de embrujo, ese encanto poderoso y atemporal. No en vano, cuando uno pasea por La Alhambra y el Generalife puede leer aquello de...
ResponderEliminar"Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada."
Un saludo.
Amigo Cayetano, son poetas extraordinarios, sus versos tienen las sensualidad de lo que se puede tocar, del sonido de las aguas, del aroma de los jardines, todo entra por los sentidos, no recurren a profundidades psicológicas, todo es real. Precioso.
EliminarSalud
¿No recurren a profundidades psicológicas? ...
EliminarAbraham, yo creo que no recurren, de todas maneras te digo que no tengas demasiado en cuenta mis opiniones en cuanto a la profundidad. De estas cosas que se esconden debajo de la piel entiendo muy poco.
EliminarNo se que es lo que tiene, pero me gusta como suena...
ResponderEliminarSalut
Miquel, son unos versos preciosos, llenos de expresión gozosa, dibujan la belleza de los jardines, del "hortus ameno".
EliminarSalud
!Ah¡ ese céfiro primaveral matutino, es único en el sur.
ResponderEliminarSaludos.
Amic Dapazzi, este vientecillo que acaricia la piel, mece las hojas de los jardines recónditos.
EliminarSalud
Qué sosiego, palabras preciosas como joyas raras. La alberca, me encanta, una imagina bañarse en el agua clara mientras el galán de noche perfuma el patio. Quién pudiera trasladarse ahora a ese escenario poético.
ResponderEliminarAbrazo.
Querida Amaltea ya me gustaría que los jardines ardientes fueran como estos de aguas tan claras.
EliminarUn abrazo