martes, 25 de junio de 2013

El Renacimiento en España. Una exportación

Retablo de Sant Vicenç de Xàtiva. (fragmento) 1521. Anónimo


Ante la escasez de obras claramente renacentistas, y con el ánimo de llenar este vacío existente en la historia del arte de España, se ha adjudicado el calificativo de renacentista a ciertas obras de arte que no deberían ser consideradas así. Algunas de estas obras no son más que una depuración de “lo flamígero”  y otras son una disolución del espacio en la nebulosa barroca,  las primeras se producen a finales del reinado de los Reyes Católicos  y  las segundas  a finales  del reinado de   Carlos I.

Como no podía ser de otra manera, las influencias italianas se hacían notar. De hecho era lo único que apuntaba un cierto espíritu humanista.  

En España las mentes creativas no estaban por la labor artística. La preocupación intelectual iba por otros derroteros y la preocupación institucional también.

El acoso de la Inquisición era feroz. La representación pictórica se refería sólo a obras de carácter religioso, apenas existía la pintura mitológica, el bodegón, o el retrato. La música era sacra y con una clara función litúrgica, no encontramos música de fiesta o de danza. La arquitectura es sólo religiosa, apenas hallamos obras de tipo civil.

El vendaval, que en Florencia o Roma barrió el temor medieval a la muerte y dio movimiento a las figuras hieráticas bizantinas, aquí sólo fue un vientecillo que sopló apenas unos lustros.

El escaso espíritu renacentista se movía al margen del mundo universitario. La actividad en las universidades era monotemática. Sus cátedras padecían un frío secular que se combatía con el ardor y la vehemencia de las discusiones doctrinales de los hombres de letras, éstos llegaban, muchas veces, a la bronca y a la agresión.

Mientras en Europa, y especialmente en Italia, se reflexionaba sobre la búsqueda de la belleza y se situaba al hombre como centro de toda especulación, nuestros intelectuales se debatían entre la escolástica y la exégesis bíblica.

Agustinos y dominicos, escriturianos y teólogos pugnaban por ver quien se llevaba el dogma a su molino. Como arbitro del combate, vigilante y con el crucifijo en alto, el Santo Oficio dictaba las normas de la pelea.

Con tanto pugilato y después de tanta lucha, algún fruto se recogió.

En efecto, vencido el espíritu renacentista e imperando la Contrarreforma, España pudo exportar la neo-escolástica al mundo entero. Nuestros sabios: el cisterciense orientalista Cipriano de la Huerga, el filósofo agustino fray Juan de Guevara, el teólogo dominico Melchor Cano, el poeta agustino Fray Luis de León, el maestro Diego Rodríguez protegido por los dominicos y otros sabios se dedicaron a orientar doctrinalmente a las nuevas generaciones mediante una adaptación de la escolástica de Santo Tomás a los nuevos tiempos.

Nada de arte, nada de progreso, pero sí una orientación doctrinal, profunda y actualizada que España exportó a Europa. Una Europa donde Copérnico publicaba su  De revolutionibus orbium coelestium (Sobre el movimiento de las esferas celestiales) y Andreas Vesalius publicaba su  De humani corporis fabrica (De la estructura del cuerpo humano)

El fruto del Renacimiento español fue la formulación de la neoescolástica y su exportación por todo un imperio donde nunca se ponía el sol.
España exportó la neo-escolástica

Después, en el barroco, ya sería otra cosa: más arte y menos ideas. Extraña paradoja. Extraño Siglo de Oro.

14 comentarios:

  1. esta vsión de la exportación ideológica está muy bien buscada.
    salut

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    1. Gracias Miquel, pero buscando y buscando en el panorama renacentista español se encuentra muy poca cosa.
      Salud

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  2. Sí, Sto Tomás de Aquino levantara la cabeza...nos mandaría empaledar por desagradecidos.Que tiempos aquellos siempre fomentando la mala idéa y la envidia en vez; de dejar que entrara un poco de luz y sobre todo dar rienda suelta a la inspiración y la creatividad.

    Extraño Siglo de Oro es verdad!

    Un abrazo Francesc.

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    1. Amiga Bertha, el Siglo de Oro fue de oro por el que trajeron de las Américas, no por las ideas. El arte fue robusto como las espadas y sufriente como los condenados, irracional como los estigmatizados, intolerante como las instituciones, cerrado como la mente de los que gobernaban, vigoroso como las batallas que se perdían, la escultura fue una policromía de tallas ensangrentadas, la literatura una puesta en verso del fanatismo, la pintura unas manchas preciosas en la oscuridad. Los artistas fueron extraordinarios, dolidos, grandes genios que tuvieron que soportar la incomprensión.
      Salud

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  3. Yo también soy de los que piensan que, quitando a Garcilaso y sus sonetos y el "carpe diem", aquí de Renacimiento al "itálico modo" hubo poco y que casi se podría decir que pasamos de la Edad Media al Barroco, del oscurantismo y la superstición al nuevo oscurantismo con su inquisición reforzada en Trento.
    Un saludo.

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    1. Amigo Cayetano, Garcilaso y Boscán importaron las formas de quattrocento. Menuda balanza comercial, un desastre, se importó el soneto petrarquiano y se exportó la neo-escolástica. Menudo desastre teniendo en cuenta que con aquellas formas poéticas sirvieron para proclamar la Contrarreforma.
      Salud

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  4. siempre es un aprendizaje llegar a este sitio
    salut amic

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    1. Amigo Omar, fue una pena, el Renacimiento en España dio muy pocos frutos artísticos. Literatos muy buenos entendieron e interpretaron muy bien el espíritu humanista pero el vendaval extraordinario que ventilaba las mentes que barría las ideas teocéntricas medievales, aquí fue una suave brisa que oreó muy poco.
      Salud

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  5. Hola Francesc:
    Con el Renacimiento hemos topado, como después toparíamos con el Romanticismo y con todos los etc. posteriores.

    Pero el caso que nos traes tú es el Renacimiento. Sin duda, el arte de entonces, el arte que se hacia en España apenas se conmueve con lo que venía de Florencia o Venecia. Sin embargo, en la literatura las cosas son diferentes o quizá la tierra es menos baldía.

    Pensar que el Ranacimiento fue Garcilaso y poco más es de alguna forma continuar dándole un triunfo al Concilio de Trento. El mérito de Garcilaso está ¡como no! en la forma. Importa el endecasílabo para el soneto -hasta entonces el soneto lo había cultivado el Marqués de Santillana con versos de catorce sílabas- y hace el mismo rescate que hacen los italianos: la égloga. La égloga sí, permite lo centralidad del ser humano en el universo mundo.
    Sin embargo, hay que advertir que alguna gente ya había comenzado a hacer algunas cosas diferentes antes de la importación Garcilaso. El teatro y música de Juan de la Encina o la obra de Diego de San Pedro, ya no son medievales, pero tampoco renacentistas. Pienso que, más bien, se articulan como bisagras entre siglos.
    Contemporáneos a Garcilaso, sin duda Boscán, su traducción de El cortesano de Castiglione le facilitará a Garcilaso la figura de la dama y como muestra la Égloga II . Otro contemporáneo suyo será Fernan Perez de Oliva y su Diálogo de la Dignidad del hombre que remite, sin rubor, al Discurso de la dignidad del hombre de Pico della Mirándola o León Hebreo y su Diálogos de Amor que aunque remiten a Ficino la factura de un converso se deja sentir. O los erasmistas hermanos Valdés, Alfonso (Diálogo de las Cosas Ocurridas en Roma o el magnífico Diálogo de Mercurio y Carón.) Y Juan de Valdés -amigo de Garcilaso en Nápoles- y su imprescindible Diálogo de la Lengua.
    En prosa pura y dura Francisco Delicado y su Lozana Andaluza.
    Sí por supuesto y el Lazarillo...
    Posteriores a Garcilaso, señalo tres Fernando de Herrera -junto con El Brocense serán los comentaristas de la obra de Garcilaso, lo cual deviene en una rica prosa de crítica literaria-, Francisco de Aldana y Gutierre de Cetina -el madrigal y la égloga-

    Y la novela pastoril de Jorge de Montemayor y sus Siete Libros de Diana, o el enigmátigo Gil Polo y su Diana Enamorada. Ninguno de los dos ocultará su erasmismo y su apuesta por la centralidad del ser humano en el mundo.

    y si está Cervantes y el primer Lope y...nos caemos al Barroco.

    Sigo pensando que el siglo XVI español, en literatura, va más allá del mero receptor de unas determinadas formas y de una idea de centralidad humana que no fueron patrimonio toscano o veneciano en exclusiva.

    En arquitectura reconozco mi ignorancia. Sólo puedo hablar del Palacio del Ayuntamiento de Arnes -mi familia catalana es de la Terra Alta- y creo que también la fachada, sólo la fachada, del Palacio de la Generalitat.

    España exportaba lo que su empresa de Conquista reclamaba
    (la muerte del Inca Atahualpa se origina cuando el dominico Vicente Valverde le entrega la biblia que "contiene la voz de Dios". El inca se lleva la biblia al oído y como no oye nada la arroja al suelo. Acaba de provocar una sentencia que continuara la espada de la conquista)

    España siempre tuvo sus insignes liquidadores: Felipe II le da entrada plena al Santo Oficio y liquida el XVI: Fernando VII liquida de forma atroz todo lo que el XVIII español había conseguido Y FRanco, todos sabemos lo que liquidó aquel hijo de puta.(con perdón de las putas)

    Y creo que va siendo hora de liquidar el comentario. Agradezco tu esfuerzo por traer al bloss estos razonamientos poco frecuentes en la blossofera.

    salut,
    hugo


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    1. Sí, Hugo. La importación de formas del quattrocento tuvo su efecto, también es verdad que otros autores hicieron una obra notable. Fue en la literatura donde podemos encontrar los ejemplos más destacados, pero amigo mío, ¡cuánto pesaba la especulación intelectual acerca de teologías y vulgatas!, ¡cuánto machacó tanto pugilato entre agustinos, dominicos (entre ellos y con el Santo Oficio)! Hasta qué punto se vio afectada la creación literaria con estas polémicas estériles. Claro que sí, Hugo, que para nuestro bien existió un Garcilaso, un Boscán, un Luis de León o un Ausias March, extraordinarios, y un Fernan Pérez de Oliva o el Marqués de Santillana, Fernando de Herrera y mi admirado Gutierre de Cetina, unos que interpretaron el neoplatonismo de Ficino y buscaron la belleza e hicieron una obra excelente y otros que hicieron una obra genuina de gran calidad. Sí era consciente de ello, ya sé que el reduccionismo que he expresado, es dar demasiada importancia a la Contrarreforma, pero esta Contrarreforma iba muy bien armada y las espadas relucían como el oro que llegaba de las américas.

      A pesar de unas mentes lúcidas, el panorama era tristísimo, amigo, sobre todo por la reprimenda, por que el Santo Oficio cercenaba cualquier reflexión humanística. Mentes lúcidas y mentes valientes que tuvieron que lidiar contra tanta intolerancia.
      Salud

      Francesc Cornadó

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  6. Querido Francesc, tras ese periodo histórico del que hablas, España sólo se produce en la remoribundia. Y dura y dura y dura desde antes de la invención de las pilas alcalinas.
    (Tu análisis, perfecto, como de costumbre).
    JL

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    1. Gracias José Luis. El panorama es tristísimo, en aquel periodo y después de él. La intolerancia y la incultura son males seculares, persisten a lo largo del tiempo en este país nuestro tan orgulloso a veces de su historia. Estos males tienen los efectos que nos toca sufrir y que se ponen en evidencia cada vez que hay elecciones.
      Salud

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  7. Qué podría uno añadir, Francesc, efectivamente el Renacimiento en España parece casi inexistente, un soplo de luz sin embargo que en Cervantes tiene destellos universales: quisiera uno ver en el Quijote, el nacimiento del género novela, aquel que coloca, como hicieron los quatrocentistas la imagen del hombre humanizado, libre; pero tienes razón, en España, la historía del arte y la cultura, de alguna manera circula a contramano con Europa. Muy interesante también el comentario de Hugo, que no tiene desperdicio.
    Salud
    Manuel Marcos

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    1. Sí Manuel, el panorama era una catástrofe, un erial y en medio de todo esto un "outsider", Cervantes. La amiga Blanca Andreu dice que Cervantes se lo comió todo, al lado de los locos decía como era el hombre.
      Los comentarios de Hugo son valiosísimos, su análisis siempre es muy agudo.
      Salud

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