Meeting Point
Pavimento de la estación de Provença de los FCG (Barcelona)
Jordi Benito (1951-2008)
Los problemas que presenta la creación literaria deben plantearse en términos reales, sin distracciones caprichosas, abordando forma y contenido de manera responsable y concreta.
Con rigor matemático, hay que conseguir que las ideas se sustenten y evitar una pérdida de equilibrio de la expresión, para ello deberemos tener mucho cuidado que la armonía, el ritmo y la precisión no se derrumben sobre un suelo de presunción, de vanidades o de egoísmo ilusorio.
No puedo evitar el parangón de la literatura con la creación arquitectónica, sobre todo en lo que se refiere a la analogía entre arquitectura y poesía.
Los problemas que plantea el espacio arquitectónico son problemas reales, los debemos resolver sin fantasías ni elucubraciones artificiosas, la solución debe ser mesurada, definida geométricamente y sobre todo bien calculada. Si esto no se hace bien, la obra resultante no sirve para nada.
El espacio arquitectónico debe equilibrarse dimensionalmente, los volúmenes deben organizarse de manera precisa y componerlos según un orden armónico, igual que la estructura de soporte. Esta labor de organización obedece casi siempre a un rigor matemático donde todo cuadra y encaja perfectamente.
Algo similar ocurre con la literatura. No olvidemos que la literatura es contenido, pero también es FORMA, y en poesía todavía más, así, pues, deben solucionarse los problemas formales.
Un escritor que no comprenda esto, no es más que un escribiente, quizás apto para hacer anotaciones en el registro de la propiedad o para trabajar en una multinacional, redactando informes administrativos.
Si en literatura se desatiende la forma, todo queda reducido a puro dato.
Sucede que si los volúmenes arquitectónicos no están bien calculados y si la estructura no está equilibrada, el edificio se cae y el colapso es escandaloso. En cambio, la ruina literaria, cuando se produce, es menos espectacular y parece que el daño producido sea de menor entidad.
En literatura ocurre a menudo que la expresión se cae, que lo escrito, en su aspecto formal, no se corresponde con el sentido de su contenido y, como que esto acontece sin que se produzca un colapso ruidoso y polvoriento, resulta que pasan desapercibidas auténticas ruinas y muchas de ellas son escombros de obras canónicas cuyos autores fueron, y son, escritores de campanillas.
La arquitectura es FORMA al servicio del hábitat humano y lo es en la misma medida que la literatura es FORMA al servicio de la expresión humana.
La ausencia de sentimientos materialistas produce el efecto escribiente en aquellos que no se disponen a tomar en serio algo tan serio como lo es el servicio de la expresion humana en literatura.
ResponderEliminarAndri Alba
Amiga Andri, tan importante es la materia como la expresión, sin comer o sin hablar no se vive.
EliminarSalud
Así es señor Francesc, usted sabe que es por esa razón que a veces hablamos mientras comemos. :)
EliminarAndri Alba
Luego la forma lo es todo.
ResponderEliminarHombre Miquel, tampoco hay para tanto.
EliminarForma y contenido tienen que andar cogiditos de la mano. Ejemplos: Horacio, Dante, Virgilio...
Salud
¡Espléndida reflexión!
ResponderEliminarProcuraré tenerla siempre presente, tanto a la hora de percibir la expresión ajena, como cuando intente dar forma a la mía propia.
Salud!
Amigo Loam, yo creo que, a veces, la forma en sí misma ya es el argumento. Pero cuidadín con atragantarse, no nos pase como al artistazo de Wilde.
EliminarSalud
¿Te refieres quizás a ser condenado al ostracismo y a la cárcel?...
EliminarNo, me refiero a su opinión del arte por el arte.
EliminarSalud
he levantado palabra a palabra, cimientos y muros tratando de llegar a vos como lo hizo Bernini con su Santa Teresa ¿pero qué iluso que soy?
ResponderEliminarhe visto desmoronarse la idea o resquebrajarse el ritmo o perder simetría la rima, y ya no sé si seguir intentando
.
en mi pobre arquitectura mi peor poema
.
eres un hombre de aquellos tiempos, y como yo, nos llenamos de orgullo ajeno al leer Mademoiselle Isabel de Blas de Otero ¿eh?
un abrazo
Omar, tu muestras en tus poemas una seducción por la forma.
EliminarSalud
Te alabo el valor. Diciendo tales verdades como puños, han de lloverte piedras muy a menudo. Yo también suelo llamar a las cosas por su nombre, incluso públicamente, aunque (creo) por lo general diplomacia no me falte. Así que lo doy por sentado. Hay cosas que nadie quiere oír y mucho menos aceptar. Para nuestra desgracia, los artistas, de la disciplina que sea, todavía menos... Abrazos grandes.
ResponderEliminarAmiga Salomé, tal como están las cosas y a la vista de tanto cobardica inculto, yo creo que pocos se atreevn a lanzar una piedra. Ne temo además que muchos escribidores ni siquiera saben que pueda existir un problema que se llama "forma" y así, difícil será que lo puedan resolver. Nos invade una bazofia de poesía adocenada que inunda la red y que se encandila con la tontería sentimentaloide, que jamás se han planteado cómo resolver la relación entre el contenido y la forma, poetas que se creen que pueden decir cualquier memez teñida con imágenes pseudopoéticas.
EliminarSalud
Me parto. Este planeta
ResponderEliminarconstruye, bien lo sabes, grandes formas
bellas sin pretensión ni atentas normas
ni otra idea concreta
-tú me dirás qué pensamiento calla-
que lo que es: física del
derrumbe y la tormenta como
el fuego y el frío y el vacío de un poeta
ignorante que ha perdido
un verso partido también
de una belleza al borde del derrumbe.
-haya lo que haya-
Me encanta discrepar contigo, amigo Francesc
Hola Abraham, hacía tiempo que no discrepabas por aquí. ya sabes que me remito a Dante.
EliminarSalud