viernes, 6 de mayo de 2011

LOCURA Y RIGOR

En toda creación artística, por más mesurada que sea, siempre encontramos un toque de locura que proviene del genio creativo, y en las obras de arte más arrebatadas observamos un orden intrínseco muy riguroso que les da consistencia. ¿Será la lucha entre Apolo y Dionisos?

Aquellas obras del Renacimiento o de los primeros barrocos que fueron compuestas según las rígidas leyes de la armonía y siguiendo un orden apolíneo toman una dimensión estética de alto vuelo cuando, se contiene, en su interior, la revuelta dionisíaca que lucha en medio de los mármoles estructurales del orden.

A veces la revolución dionisíaca es sutil, es sólo una brizna diminuta que da la tensión exacta de la genialidad, entonces, en esta tenue pincelada, Dionisos se hace evidente. Pero sucede que, cuando la subversión dionisíaca se sobrepone a las estructuras compositivas, el arte desaparece y cuando las creaciones humanas no están inflamadas por el caos dionisíaco la obra del artista se convierte en un dato numérico.

Captamos el valor del arte en la medida en que entendemos su orden compositivo y se hace patente su discurso formal. Esto es un acto racional. Gracias a la razón disfrutamos del goce estético y de la comunicación de la obra de arte.

Esta aprehensión racional nos resulta conocida, yo diría que familiar, no en vano tenemos impreso en nuestro pensamiento el Auriga de Delfos o la Victoria de Samotracia.

Esto, amigos míos, este acercamiento racional al arte, nos viene de lejos, aunque, a los meridionales, nos hayan colgado el sambenito de alocados y vehementes.

Sobre el poso clásico nuestros artistas han creado las obras más contenidas y de más fuerza racional que en ninguna otra cultura.

Este caldo tenía ingredientes de altísima calidad: las korai, el Partenón, el capitel dórico, el Doríforo, los yambos y las elegías, y las Odas de Horacio. Y encima de estos cimientos han creado la Divina Comedia, la Capilla Pazzi, La Pietà y el David, La Gioconda y los versos de mi querido Leopardi o de Costa Llobera.

8 comentarios:

  1. el arte debe ser irracional con un toque de locura. Sinó estamos instalados en la mediocridad.

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  2. Discrepo completamente, amigo Puigcarbó. No creo que el arte haya de ser irracional, de ninguna manera. Razón, razón y razón, con un toque de locura, admito, eso sí, el toque de locura. El arte es el resultado de la lucha entre lo apolíneo y lo dionisíaco. No veo irracionalidad alguna en Leonardo, ni en Bach, ni en Boticelli, no es irracional la arquitectura de Bramante, ni hay irracionalidad en Mozart ni en Miguel Angel y mucho menos en el Partenón, la escultura clásica griega no es irracional, y muchos otros ejemplos que se suceden en toda la historia del arte.

    Salud

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  3. quizas sea así, pero la genta racional no habria hecho nada de todo esto, cuando alquien crea, va contra la razón, y por lo tanto toda expresión de arte es irracional en si misma. Wilde teorizó mucho sobre eso.

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  4. Insisto en mi discrepancia. Bach, Miguel Ángel, Mozart, Boticelli, Petrarca, Pergolessi, Hyden, fueron hombres absolutamente racionales, nunca fueron contra la razón y su arte no va contra la razón, su arte tiene, eso sí, un punto de arrebatamiento que le da la tensión necesaria, el hálito estético que nos roba el corazón. Wilde era un esteticista, discrepo de sus opiniones siempre.

    http://francesccornado.blogspot.com/2011/01/esteticismo.html

    salud

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  5. Todo arte y la belleza están basados no solo en la razón sino en una estética matemática. La genialidad viene en esa aportación de "locura" del artista a este principio.
    Saludos, y un abrazo.

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  6. Amigo Carlos, creo que los has resumido con precisión matemática. Sí.

    Salud

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  7. Sí, Francesc, locura y rigor, no se puede decir mejor: en ese equilibrio imposible está el hombre y su arte.

    Salud

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  8. Sí, Manuel, en la imagen que acompaña este escrito -el Auriga de Delfos- se puede apreciar la tensión entre la locura y el rigor, si vemos la escultura entera apreciaremos que los pliegues de la túnica son la petrificación del difícil equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco.
    Salud

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