domingo, 6 de febrero de 2011

Sueño del mar

Zarpamos con vela extendida. El viento hincha las velas aún limpias. En el puerto, de Dice buscaremos la Justicia; de Eunomía y de Eirene la Disciplina y la Paz.

El viaje nos llevará por la alta cresta de espuma blanca de nuestra juventud. Primavera que pasa. Aquí y más lejos, los hermanos, en lento caminar, te mostrarán los secretos antiguos. Y tú, navegando ocioso, más de una vez deberás cerrar los oídos con cera blanda. El canto de las sirenas, cautivador, embestirá tu cordura. No pierdas ni el arte ni la razón, no te dejes seducir por sus palabras vacías. Dale a la vela toda su medida y que el viento te aleje a nuevos puertos.

Ennegrezcan las velas, pasarán las risas, y las flores de la juventud, marchitas, darán los frutos de otoño.

Deja siempre la carga estibada en los tinglados del puerto. No cargues las bodegas. Nada vale. El peso sólo puede desestabilizar la nave. Nada vale tanto como el equilibrio. Y tú, líbrate del peso de las pasiones.

La barca es frágil y, el mar bravo puede desestabilizar las cuadernas. Refuerza tu conocimiento y sabiduría y no creas que la rueda del tiempo se detiene. Y no creas que la vela es fuerte. Y no creas que la sonrisa es tan amplia. Y no te creas, tampoco, que son verdad todas las palabras de los hermanos, ni siquiera las tuyas. Soberbia vana, baratijas de charlatán.

En cualquier puerto el tiempo puede cortar las amarras de la nave y todo, en un instante, se puede hundir en el profundo mar de las tinieblas.

6 comentarios:

  1. En cualquier puerto, ¡qué cierto!

    Salud, para pasar de largo.

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  2. Si quieres buscar la armonía, haz tu tarea y suéltala luego...Me gusta tu escritura.
    Ya sabes que Scott Fitzgerald decía que "el optimismo es ese vicio de personas bajas cuando ocupan puestos altos"
    Salud, compadre.

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  3. Nuestro tiempo es, como escribes, el instante que respiramos y de la verdad de las palabras, ni siquiera las propias sirven para convencernos de que no hay empresa humana que merezca un desvelo.

    Saludos.

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  4. Sí, Isabel, estamos expuestos a los embites de la mar, en cualquier puerto.

    Salud

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  5. Manuel María, estas personas que ocupan puestos altos, de más alto se caen. Hemos visto caer tantas cosas, empresas, personas, muros; hasta las geologías más graníticas se convierten en áridos insignificantes.
    Salud

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  6. Querida Amaltea, muy pocas cosas valen nuestro desvelo: el amor filial, una mesa bien servida con viandas sencillas, algunos versos de Dante...
    Salud

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